Amarcord Mundial
España 82 o el Mundial de Naranjito: de la ilusión al ridículo
El Mundial celebrado en nuestro país siempre será el de la imperecedera mascota. La selección no dio la talla
La primera brizna de modernidad tras el advenimiento de la democracia brotó en España, en lo que al deporte se refiere, con la organización en 1982 del que será siempre, para toda una generación, el Mundial de Naranjito. La creación de los publicistas sevillanos Dolores Salto y José María Martín Pacheco se convirtió en el símbolo imperecedero de un torneo que también ofreció, en su final, la icónica imagen del anciano presidente italiano, Sandro Pertini, festejando como un hooligan los goles de Italia ante la mirada divertida del joven Juan Carlos I. Todo bien, o sea, menos el desastre de la selección de José Emilio Santamaría.
Cuenta con gracia Rafael Gordillo que todo se torció en la concentración previa de Navacerrada, donde los internacionales entrenaron bajo la nieve y a temperaturas bajo cero. Cuando llegaron a Valencia, un par de días antes del debut contra Honduras, hacía la temperatura que… «hace en Valencia a mediados de junio, 33 o 35 grados. No podíamos con las calzonas». El primer rival del grupo que le había caído en suerte a España –o no tan en suerte, en vista de los tejemanejes con los bombos de la Lotería Nacional el día del sorteo– se adelantó en el Luis Casanova en la primera parte y el empate llegó muy al final, gracias a un penalti muuuuuy dudoso transformado por López Ufarte.
Lo que contra los hondureños fue un arbitraje casero degeneró frente a Yugoslavia en un escándalo planetario. Eran los dos favoritos del grupo y los empates de la primera jornada eliminaban virtualmente al perdedor, así que el partido se disputó bajo el signo de la tensión contra el viejo rival de las fases clasificatorias de 1974 y 1978. Gudelj adelantó pronto a los balcánicos, momento en el que el colegiado danés Lund Sorensen intervino en auxilio del anfitrión. Falta sobre Perico Alonso tres metros fuera del área que señala como penalti que falla López Ufarte y manda repetir por haberse adelantado el portero. Juanito empata al segundo intento y el valencianista Saura da la victoria a España tras el descanso. La victoria por la mínima de Yugoslavia contra Honduras en la tercera jornada –se unificaron horarios en el cierre de los grupos en 1986, a raíz del contubernio de Gijón– casi aseguraba el pase a la segunda fase de España, a la que bastaba perder por la mínima contra Irlanda del Norte. Pero era importante sumar, ya que el sistema de competición estaba diseñado para que el primer clasificado tuviese una liguilla de cuartos mucho más asequible que el segundo. El tercer partido de España no fue mejor que los dos anteriores y un despeje corto de Arconada dejó el balón muerto para que Gerry Armstrong certificase el 0-1 que mandaba a la selección al matadero.
Los norirlandeses, primeros, disputaron una segunda fase con los dos segundos de grupo que esperaban a España y la anfitriona cayó en una caldera con dos cabezas de serie, Alemania e Inglaterra. La fórmula era sencilla: todos contra todos y el primero, a semifinales. La tarea se antojaba ardua para una selección sin un plan definido ni jugadores muy talentosos.
Ingleses y alemanes empataron a cero el primer partido, por lo que España se la jugó en su duelo frente a los futuros subcampeones, con más de 90.000 espectadores en un Bernabéu que soñaba con reeditar la gesta del 64 ante la Unión Soviética. Pero otro error de Arconada, que regaló el 0-1 a Littbarski, encarriló el duelo para Alemania, que dobló su ventaja mediante Fischer y no tembló cuando Zamora acortó distancias con un bonito cabezazo parabólico. La despedida fue doblemente triste contra Inglaterra, pues ambos estaban ya eliminados y depararon un tedioso empate a cero.
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