Restringido
40.000 arqueros en el Calderón
Fernando Torres vio el sábado el triunfo de «su» Atlético desde el palco de El Calderón con esa sonrisa de oreja a oreja que no ha dejado de acompañarle desde que pisó otra vez suelo madrileño. Una sonrisa casi de anuncio de «pasta dentífrica» cada vez que Griezmann (ese genial «enfant terrible» francés) festejaba sus dos goles al Levante con el gesto del arquero, el mismo que alumbrara Kiko, el ídolo de Fernando, y que continuó el propio Niño antes de irse a Liverpool. Pero lo de ayer domingo fue la locura: Torres fue aclamado en su presentación en un estadio abierto para el reencuentro de un futbolista en idilio permanente con una hinchada que le sigue adorando siete años y pico después. Hay «feeling», hay cariño, las flechas del amor... 40.000 arqueros en el Calderón.
- Cabeza y corazón
Fue el acto emotivo y el entusiasmo de una hinchada que recibe el regreso de Fernando como uno de los suyos, como uno de los ídolos más queridos en la historia del club. Si la tarde del sábado fue pródiga en goles (tres de cabeza ante el Levante, ¡18 de los 34 que lleva el equipo!) y en esa política gestual del arquero (Godín se sumó al bosque aunque en homenaje a su amigo el «Cacique» Medina), lo de ayer con el Niño elevó aún más la adrenalina emocional de los atléticos. Cabeza y corazón, con la única nota negativa de la reaparición en las gradas del Calderón, con pancarta y bengalas incluidas, del Frente Atlético.
- El reto futbolístico
Ahora ya sólo falta que en su casa Torres recupere esas virtudes futbolísticas que le llevaron a ser parte importante de la moderna y exitosa historia de la Selección española (borremos la frustración general de Brasil, si ello es posible). Fernando llevaba un par de años «así, así», pero el Atlético y el Cholo son capaces de hablar en un par de meses del Niño «perdido y hallado» en el templo del Calderón.
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