
Champions
El Atlético pasea su tristeza por Europa (0-1)
Un gol de Messias Junior en los últimos minutos dio la victoria al Milan y complica el futuro de los rojiblancos en la Champions. El equipo del Cholo no se parece a sí mismo

El Atlético se hace pequeño en Europa, incapaz de ganar un partido en su campo, donde sólo ha sacado un punto contra el Oporto. El equipo que caminaba del brazo de su público, al que tanto echó de menos durante la pandemia ganó una Liga con el estadio vacío. Y ahora que su gente ha vuelto sufre a cada paso.
El gol de Messias Junior sólo hizo evidente la realidad del Atlético esta temporada. Ni defiende ni ataca como antes. Messias comenzó la jugada en el centro del campo, encontró a Kessie en la izquierda y se fue al área a buscar el remate de cabeza con el que decidió el partido. De la grada sólo salían gritos que reclamaban testosterona a sus jugadores. «Échale huevos, Atleti, échale huevos», decían. Como si eso fuera todo.
El Milan hizo revivir al Atlético a tiempo completo la pesadilla que vivió en San Siro durante la primera media hora de partido. Allí fue la expulsión de Kessie la que le abrió las puertas de una victoria que no se imaginaba. En el Metropolitano no tuvo tanta suerte. Y once contra once le fue imposible superar al Milan.
No ofrece nada a lo que agarrarse este Atlético, que lo tiene todo pero lo disimula bien. No consigue manejar el centro del campo a pesar de juntar a Koke con De Paul y con Lemar y con la ayuda de Llorente y de Carrasco por los costados. El Milan le ganaba con la dirección de Tonali y con la ayuda de Kessie. Por delante Brahim y Saelamaekers eran un peligro constante aunque no acababa de confirmarse con disparos que atormentaran de verdad a Oblak.
Eso era lo que permitía respirar al Atlético, que a veces encontraba una salida por Griezmann o por De Paul, que le devolvían fugazmente a la vida. Pero eran poco más que espejismos, lejos de lo que se esperaba de este Atlético campeón de Liga y con, probablemente, la mejor plantilla de los últimos años.
La sensación de debilidad del Atlético no fue a menos con el paso de los minutos. Y Simeone aceptó la situación, convencido de que el empate era suficiente para llegar a la última jornada dependiendo de sí mismo. La salida de Suárez para que entrara Matheus Cunha podía obedecer a la situación del partido. Era improbable que el uruguayo recibiera algún balón en condiciones de decidir el partido con un solo remate. La noche exigía un delantero con más movilidad. Pero el cambio de Kondogbia por Griezmann sólo se justificaba por la convicción del Cholo de que un empate en Oporto será suficiente para llegar a los octavos de final.
Una decisión que ya le ha costado disgustos otras veces. La inercia de Simeone es echar el equipo atrás para protegerse. Lo hizo en una eliminatoria contra el Real Madrid, cuando metió a Giménez como quinto defensa para proteger el resultado y se encontró con el gol que le dejaba fuera. Algo así le volvió a pasar contra el Milan.
Empezó a jugar demasiado pronto en el partido siguiente en lugar de pensar en lo que estaba pasando en el césped. Y el argumento que había construido ya no servía de nada cuando apenas le quedaba tiempo para reaccionar.
No atendió a los avisos que lanzaba el Milan en las combinaciones de Brahim y de Saelamaekers. Ni tampoco a la entrada de Ibrahimovic en el campo, que forzó a Oblak a hacer la mejor parada del partido. La jugada estaba anulada por fuera de juego, pero era un síntoma de que el Atlético no estaba para nada seguro.
Pioli, el entrenador del Milan, había movido el banquillo para buscar la victoria que le permitiera continuar vivo en Europa. Y no le importó retirar a Brahim, uno de sus mejores futbolistas. El internacional español es pequeño, pero más fuerte de lo que aparenta. Aún así, el desgaste al que se somete durante los partidos hace que termine agotado en ocasiones. Y a Pioli no le cuesta buscar en el banquillo. Allí encontró a Bennacer, un futbolista para mover al equipo, y a Ibra y a Messias Junior para decidir el partido.
El Atlético se agarró a su fe para buscar una oportunidad que le devolviera la vida por un momento. Pero el remate de Matheus Cunha se escapó y el Atlético se complica su permanencia en la Liga de Campeones.
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