Fútbol

Otro esperpento del Atlético

Muriqi, de penalti, marcó el único gol del partido en la segunda mitad

Marcos Llorente disputa una pelota con Dani Rodríguez
Marcos Llorente disputa una pelota con Dani RodríguezCATI CLADERAAgencia EFE

A lo mejor tiene razón Simeone y el Atlético no puede competir con equipos como el Manchester City. Por eso la táctica de diez defensas y un portero en la ida de la Champions. Aunque no necesitó ser tan exagerado para ser igual de poco competitivo en Mallorca.

No es cuestión de sistema sino de actitud. Nunca va a buscar el partido con decisión. En Mallorca ni siquiera tuvo esos cinco o diez minutos iniciales que le han salvado muchos resultados en las últimas jornadas. Quizá tuviera mucho que ver que Joao Félix comenzara el partido en el banquillo. La remontada rojiblanca a partir del partido de Osasuna se resume en los goles y el juego del portugués.

Sin él en el campo, el primer remate entre los tres palos tardó cincuenta y cinco minutos en llegar. Un cabezazo de Luis Suárez que fue directo a las manos de Sergio Rico. Sin ninguna intención. Sin ninguna posibilidad.

Antes había tenido el Atlético un remate de Llorente en la primera mitad que salió cerca del poste. Nada más, un desierto de fútbol el equipo del Cholo, que no ofrece nada al espectador.

Y podía haber sido peor, siempre puede ser peor, si Oblak no hubiera recuperado su mejor nivel con el cambio de año. El esloveno hizo una espectacular parada en el comienzo de la segunda mitad a una volea de Bryan Oliván con la pierna equivocada. Remató con la derecha a pesar de ser un zurdo convencido, pero Oblak tuvo que esforzarse como si la hubiera pegado con el pie bueno.

Era el primer aviso para el Atlético de que le iba a tocar sufrir. El Mallorca se iba acercando a la portería hasta que llegó el penalti de Reinildo. Discutible la intensidad y el momento, pero pisó a Maffeo dentro del área y el árbitro no dudó en señalar el punto de los once metros. Muriqi lanzó con decisión y Oblak no tuvo oportunidad de llegar. 1-0, el resultado deseado por Simeone, aunque esta vez caía del otro lado.

Tiene mala suerte Reinildo, uno de los defensas más fiables del Atlético desde que llegó. Pero fue el que salió fuera de su sitio para dejar el hueco por el que llegó el gol de De Bruyne contra el City y el autor del penalti que dio la victoria al Mallorca.

No cambió nada el gol, el Atlético continuó siendo un equipo sin alma. Y sin remate. No volvió a rematar a portería después de ese inocente cabezazo de Luis Suárez, a pesar de que Simeone había intentado cambiar el sentido del partido con la presencia en el campo de Cunha, Lemar y Joao Félix. Son tres de sus mejores futbolistas, pero el juego del Atlético permanecía tan intrascendente como en los primeros minutos del partido.

Tan intrascendente, en realidad, como toda la temporada. El Atlético es un esperpento difícil de asumir para cualquier espectador. Un tormento que sólo aprueba el examen de los resultados, el único que le interesa a su entrenador. Por eso es más injustificable una derrota como la que ha sufrido en Palma. Si el único argumento es la victoria no queda nada después de una derrota.

En realidad poco cambia el partido respecto a otros como el del Cádiz o los primeros setenta minutos contra el Alavés de la semana pasada. Otro esperpento.

El Atlético de Madrid cae en Mallorca y ve reducido su colchón de Champions a un solo punto. Tras un primer tiempo infame y aburrido como pocos, los rojiblancos quisieron reaccionar cuando ya fue demasiado tarde. Muriqi, de penalti, saca al Mallorca del descenso.