Opinión
Niños con coraje y corazón
Un partido menos para terminar un año que deja mucho que desear en el Atlético
El Atleti aprovechó el empate del viernes entre el Betis y la Real Sociedad, arreglando de alguna manera el desaguisado que supuso perder frente al Mallorca la semana pasada. Lo hizo, eso sí, sobre la bocina y tras otro partido que dejó bastante que desear en lo futbolístico. Otra primera parte sin tirar a portería, solo salvada por los destellos que dejaba Joao Félix cuando entraba en contacto con la pelota.
Por lo demás, el público del Metropolitano bien podía echarse una siesta sin miedo a perderse absolutamente nada. Afortunadamente para los niños que abarrotaban el estadio, siendo los protagonistas del día, el árbitro se encargó de animar el cotarro tras la reanudación. Con tres cambios en el descanso, dos de ellos por obligación, los de Simeone volvieron a demostrar su poder de plantilla, dando entrada desde el banquillo a Carrasco, Cunha y Griezmann. Casi nada. Entre ellos y la necesidad de victoria, el equipo puso la intensidad necesaria para adelantarse en el marcador. Con poquito que quiera demostrar, enseguida relucen los kilates de calidad, pero con el 1-0 el Cholo cambio el sistema para esperar y contragolpear.
Con esa vieja costumbre transcurría un partido donde Oblak estaba siendo el mejor, hasta que Figueroa Vázquez decidió revolver al personal, expulsando incomprensiblemente a Kondogbia por una mano de rebote. Mano involuntaria, segunda amarilla y empate con cantada del portero esloveno, que antes había protagonizado un par de buenas intervenciones.
Con uno menos sobre el césped y las prisas de siempre, pero sin el fútbol necesario que tanto se ha echado en falta esta temporada, el Atlético era incapaz de generar ocasiones de gol, pero un penalti absurdo de Raúl De Tomás en el descuento le dio la victoria final. Unas manos dentro del área que se señalaron después de revisar en el VAR. Un partido menos para terminar un año que deja mucho que desear, con poquitas tardes de gloria y con la sensación de que se ha desperdiciado una temporada donde el equipo podía haber dado mucho más.
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