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LaLiga

Falcao, de penalti en el último minuto, deprime al Atlético (1-1)

El árbitro señaló la pena máxima tras revisarlo en el VAR y el “Tigre” no falló a su ex equipo. En la primera parte, había marcado Morata

Radamel Falcao
Radamel FalcaoRodrigo JiménezAgencia EFE

El Rayo salió con Falcao como titular, algo que no suele ser habitual. Era como si quisiera asustar al equipo en el que el colombiano se convirtió en, posiblemente, el mejor «9» del mundo, hace unos años ya. Y el «Tigre» asumió la responsabilidad de tirar el penalti por mano de Giménez que el árbitro pitó en el último minuto después de consultarlo en la pantalla del VAR. Respiró Falcao y no tembló para anotar la pena máxima y firmar un empate que su equipo llevaba mereciendo desde hacía muchos minutos. El Atlético ha perdido la magia esa que le hacía resistir casi ante cualquier situación adversa y cede un empate que le hace dudar y le parte.

Salió bien el equipo de Vallecas hasta que Griezmann y Morata lo neutralizaron. El francés es un hombre con mucha fe. Le sobra calidad, aunque a veces se confunde el tipo de futbolista que es. Porque sí es un crack, pero no un jugador de esos que va a regatear a cinco oponentes y a marcar. Él tiene buen pie para asociarse, sabe moverse y trabaja como el que más. Su fe, volviendo al principio, unida a su esfuerzo, le llevó a recuperar una pelota en la que Fran García se lio en el costado izquierdo. Le robó la pelota. Su calidad le llevó a poner el pase perfecto con la pierna derecha, de primera, sin pensar, por delante del defensa para que no pueda llegar y con la curva necesaria para que el delantero, Morata, lo tuviera todo a favor para fusilar a Dimitrievski.

Volvía a ser decisivo Griezmann, que ahora está más liberado, desde que su situación esté aclarada y el Barcelona ya es pasado y su futuro sea rojiblanco. Y Simeone también respira, para poder sacarlo desde el principio sin problema, y no a partir del minuto 60, lo que ya se había convirtiendo en una especie de broma pesada en el comienzo de la temporada.

Está el Atlético en ese momento de la temporada en el que puede despegar, después de un arranque dubitativo en el que todo se puso en duda, incluso al Cholo, dios del Metropolitano. Está a tiempo de corregirse en la Champions y de mantenerse a tiro en LaLiga antes del parón pre Mundial, pero ayer dio un paso atrás y se puede decir que de manera justa por la pobre imagen de la segunda parte. El gol tranquilizó al equipo rojiblanco, pero el Rayo todavía no había dicho la última palabra. El 1-0 al descanso dejaba el partido pendiente de un hilo e Iraola decidió quemar todas sus posibilidades. Salió a muerte el conjunto de la franja y el Atlético empezó a sufrir. Un cabezazo de Ciss fue el comienzo de unos minutos fantásticos del equipo del barrio madrileño. Multiplicó su ataque el Rayo con Camello y el canterano atlético estuvo muy cerca de liarla. Él sueña con jugar en ese campo de forma continuada (ya lo ha hecho de manera intermitente) con la camiseta rojiblanca, y tiene que demostrarlo en otros equipos para regresar. Su presencia hizo que los vallecanos encerraran a su rival y en su primera gran acción, el disparo tocó el poste por fuera. No hubiera podido llegar Grbic, titular en lugar del conmocionado Oblak. También era baja Koke, que apurará su recuperación para intentar llegar al Mundial, y se lesionó Lemar en la primera parte. El caso es que Camello volvió a hacer de las suyas para dejar solo a Falcao con una pase, pero el «Tigre» se encontró con una buena salida del portero y el posterior despeje de Savic.

Definitivamente, las alarmas estaban sonando en el Atlético, que no tenía la pelota ni el control en los contragolpes. Sí logró salir alguna vez, pero no de forma exagerada. El Rayo se hizo con la pelota y asustaba desde la presión. A los locales les tocaba aguantar el temporal.

Lo que tenían que ofrecer en ataque estaba en los pies de Griezmann, que durante la segunda parte fue uno más de los futbolistas que persiguieron la pelota. Dejó a un lado los taconazos de la primera, las descargas o las paredes. Se adapta a lo que le pidan. Eso sí, la que tuvo la mandó para dentro de nuevo, en una nueva recuperación en campo ajeno. Su remate fue impecable, pero no su posición, por lo que el gol no subió al marcador: anulado porque la rodilla del francés era lo más adelantado de la acción.

No desfalleció el Rayo y Nteka, en la primera pelota que tocó, cabeceó para que el balón tocara en las manos de Giménez. Estaba separada, de esas que se pitan en el fútbol moderno. Y Falcao lo agradeció.