El Atlético, una despedida con excusas y sin fútbol

Se veía venir. La temporada del Atlético terminó con otra decepción más, en este caso por ser incapaz de superar la fase de grupos en el primer Mundial de Clubes de la historia.

Simeone y su legión de defensores han encontrado ya unas cuantas excusas para justificar, de nuevo, otra decepción: los árbitros, la mala suerte en el sorteo, la carambola de ser eliminado habiendo ganado dos partidos, el nivel de la plantilla, la ausencia de refuerzos, el calor y que la abuela fuma. Eso sí, autocrítica ninguna, cuando la realidad es que el PSG te metió cuatro sin despeinarse, contra el Seattle decidiste defender un 1-3 y contra el Botafogo, teniendo que ganar por tres goles, no se puso toda la carne en el asador hasta el segundo tiempo. El Atlético fue incapaz de poner en aprietos al equipo brasileño. Pero no pasará nada, como siempre.

Para cada derrota hay un argumento, menos el paupérrimo juego de un equipo en el que casi nadie brilla y donde el rendimiento de los jugadores tiende a ir a menos. Resulta que Simeone logró hacer magia haciendo al Atlético campeón de invierno y la debacle desde la eliminación de Champions debía ser lo esperado, pero con semejante creencia, es casi imposible crecer, cuando la ambición de hacerlo debería ser siempre el objetivo prioritario del club.

A los rojiblancos, a todos, nos pegaron un mangazo histórico en la Champions, con una decisión insultante en beneficio del de siempre, pero no vale resumir el año en ese momento. El Atlético sufrió un shock del que ha sido incapaz de reponerse, quedándose noqueado desde entonces, como un boxeador que no sabe de dónde le vienen los golpes. Recuperar la ilusión, salir de ese estado de letargo y reforzar la plantilla son los objetivos de un verano que va a ser más largo de lo que parecía. También se debería, a ser posible, sustituir los cuentos chinos por un poquito de fútbol, que de eso, este año, hemos visto poco. ¡Feliz verano!