Champions
El Barcelona no sabe ganar en Nápoles (1-1)
Pese a jugar bien y ponerse por delante con el gol de Lewandowski, le faltó madurez en el tramo final y termina cediendo un empate tras otro fallo defensivo
El Barcelona se fue de Nápoles con un empate que le supo a poco (1-1, aquí puede ver la ficha y el minuto a minuto) después de jugar un buen partido que a punto estuvo de tirar por la borda en el último cuarto de hora. ¿Es buena la igualada? Depende. Quizá antes de empezar, sí; después de lo visto, al conjunto español le quedará la sensación de que tendría que haber sacado algo más. Le faltó madurez para sujetar el tramo final del encuentro y concedió el típico gol evitable que deja todo muy abierto para la vuelta. Siempre hay un pero...
Gran comienzo
Fue impecable la puesta en escena del Barcelona, que en diez minutos ya había probado en varias ocasiones la habilidad de Meret. Dio facilidades el Nápoles con muchos errores en la salida de balón, situación que siempre puede deberse a dos motivos: fallos propios o aciertos del rival. Normalmente es una mezcla de ambos. El caso es que durante 25 minutos el conjunto de Xavi se movió como si fuera un todo por fin. Prácticamente sólo hubo un equipo en el campo. Parecía que los rebotes siempre favorecían a los futbolistas ayer de amarillo, síntoma de que estaban bien colocados, con sentido. Recibía cómodo Pedri, se movía Gündogan entre líneas y Lamine Yamal encaraba a Olivera con ventaja y con descaro.
Fue el chaval de 16 años el primero en intentarlo con un disparo en el que quizá tenía mejor opción en el pase a Lewandowski. Otro tiro del canterano lo despejó el portero, lo mismo que un remate de primeras de Lewandowski tras una entrada de Cancelo por la izquierda y un lanzamiento lejano con muy mala (o muy buena, según se mire) intención de Gündogan. Sostenía el portero a un equipo que no existía en ese momento, pero que empezó a aparecer.
Centros laterales
Primero lo hizo con las aventuras del elegante y habilidoso Kvaratskhelia, pero tampoco podía él solo contra el mundo. Se le fueron uniendo compañeros y el Nápoles tuvo un par de posesiones largas que equilibraron el choque. Pasada la media hora, el Barcelona tuvo que hacer durante un rato un ejercicio defensivo constante, porque perdió la fluidez. Lo saldó sin ninguna jugada de peligro en contra, pese a los muchos balones que volaban al área, centros laterales que despejaban Koundé, Araujo o Iñigo, que además también tenía la misión de vigilar muy de cerca a Osimhen cuando le buscaban en largo. Le ganó casi todos los duelos... Casi. También Christensen echaba una mano en su nueva posición de pivote y Pedri y Lamine tuvieron que ayudar mucho a los laterales.
Pese a ese rato, el Barcelona se fue al descanso con la sensación de que el 0-0 era poco para el caudal de juego que había generado. Pero el fútbol también es eso, o directamente es eso: hay que marcar goles. El buen juego suele ser el mejor camino para lograrlo, pero no siempre es así.
Comenzó el Nápoles la segunda parte logrando algo que no había conseguido en toda la primera: rematar. Aunque el tiro de Politano se marchó lejos, era un paso adelante. Dio más pasos para presionar más arriba y convertir el encuentro en un ida y vuelta. El prometedor regreso de los vestuarios de los italianos lo frenó Lamine Yamal con una carrera después de haber recibido un clarividente pase de De Jong. Al remate final de Gündogan le faltó potencia y colocación. El duelo no tuvo dueño por unos momentos, hasta que a Lewandowski le llegó el balón que tanto tiempo estaba buscando. Todo empezó con un buen pase de Iñigo Martínez para romper líneas. Pedri era el destinatario, controló, se giró y encontró al polaco dentro del área. Por fin estaba el delantero de cara a la portería, se acomodó la pelota y la mandó a la red con mucha intención.
El "9" hizo bueno el juego de su equipo, para que la ecuación quedará finalmente despejada y todas la piezas cuadraran. Pero quedaba media hora por delante y una duda: ir a por más o ser más conservador. La respuesta correcta a esta pregunta suele ser la primera, seguir haciendo lo que te ha llevado hasta ahí.
Para que el Nápoles saliera del aturdimiento, Calzona no tardó en mover a su equipo y la presencia de Lindstrom tuvo un impacto instantáneo, por mucho que el hombre al que sustituyera fuera Kvaratskhelia. Se fue metiendo para atrás el Barça y Osimhen ganó por fin un duelo, además en la mejor zona posible, en el punto de penalti. Cuerpeó con Iñigo y él acabó de pie y el central, en el suelo. Se quedó sólo ante Ter Stegen y logró el empate. Era el primer disparo a puerta en todo el partido de los locales.
Le entraron las dudas al Barça, que se condenó a unos minutos finales de cierta angustia. No supo como apagar el encuentro o matarlo, aunque al final se volvió a tirar para arriba y en la última acción Gündogan la tuvo: su disparo con la izquierda pasó muy cerquita del poste.
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