Fútbol

Boris Becker: "Lamine Yamal tiene un riesgo muy alto de pasar dificultades en el futuro"

El tenista, que ganó Wimbledon con 17 años y se convirtió en una estrella mundial, advierte de que al barcelonista le puede pasar lo que a él

Boris Becker
Boris Becker ha hablado sobre Lamine YamalFrank AugsteinAgencia AP

Todo el mundo habla de Lamine Yamal. Y no es para menos. A sus 18 años, el joven prodigio del fútbol no solo ha deslumbrado al mundo con su talento, sino que ha logrado lo que pocos podrían siquiera imaginar: quedar segundo en la votación del Balón de Oro, un galardón reservado para los más grandes de este deporte. Es, sin discusión, la estrella con más futuro del fútbol mundial. Aunque el quiera serlo en el presente.

Lamine Yamal, un adolescente

Lamine Yamal representa un caso excepcional de precocidad en el deporte. Su irrupción fulgurante en la élite ha sacudido todas las expectativas. Sin embargo, no es el primer adolescente que irrumpe con semejante fuerza y proyección global. Antes que él, otros nombres dejaron huella a una edad igualmente temprana. Uno de los ejemplos más recordados es el del alemán Boris Becker, quien ganó el torneo de Wimbledon con tan solo 17 años. Fue el campeón más joven en la historia del prestigioso torneo londinense, un récord que aún se mantiene vigente.

Becker, que conquistó un total de seis títulos de Grand Slam (tres Wimbledon, dos Abiertos de Australia y un US Open) es sinónimo de precocidad, éxito y también de las dificultades que pueden venir acompañadas del reconocimiento temprano.

Desde su experiencia personal, el extenista ha querido trazar un paralelismo entre su juventud y la de Lamine Yamal. En declaraciones recientes, Becker no ha escatimado elogios hacia el joven futbolista: “Lamine es maravilloso, lo está ganando todo. Es el mejor jugador joven del mundo ahora mismo. Me recuerda a mí cuando tenía 17 años. Con él me suenan las alarmas”.

Becker sabe de lo que habla. El salto a la fama le ocurrió cuando todavía no había terminado de construirse como persona. “Cuando gané Wimbledon con 17 años, todavía estaba tratando de madurar y de encontrar mi sitio en el mundo. Después de ganar, hagas lo que hagas, se convierte en una noticia mundial y ocupa los titulares de los periódicos más importantes. Estoy feliz de haber ganado tres Wimbledon, pero tal vez con 17 años era demasiado joven. Todavía era un niño”, confesó. Su reflexión no solo apunta al vértigo del éxito, sino también a sus consecuencias: la pérdida de anonimato, la presión mediática constante, el desafío de tomar decisiones adultas sin haber tenido tiempo de ser realmente un adulto. "Ganar Wimbledon a los 17 años no me ayudó, porque no es algo normal en el mundo del tenis. Perdí el control cuando un país entero se apodera de tu vida. Eso es lo que me pasó a mí, perdí el control de mi vida. Se me juzgaba por cada cosa que hacía y viéndolo ahora creo que actué bien, porque a los 25 años me di cuenta de que necesitaba parar, era demasiado para mí, quería ser normal", continuaba.

Un futuro de dificultades

En ese sentido, el mensaje de Becker a Yamal va más allá del elogio. Es una advertencia y, sobre todo, un consejo con valor preventivo. “Pienso que tiene un riesgo muy alto de pasar por ciertas dificultades en diez o quince años. En su caso, viene de unos orígenes muy humildes y ahora él y toda su familia es rica, y se le va a acercar mucha gente por interés. Ha perdido toda su privacidad”. Para Becker, la clave está en la contención, en el cuidado del entorno más próximo. “Es necesario que tenga dos o tres personas serias a su alrededor. Debe elegir a sus amigos, confiar en su familia y construir una red de seguridad”.

Lo que está en juego no es solo la carrera deportiva de Yamal, sino su bienestar a largo plazo. La historia del deporte está llena de jóvenes promesas que, tras alcanzar la cima demasiado pronto, cayeron víctimas de la presión, las malas decisiones o la soledad del éxito. Lo que Becker señala es que el talento, por sí solo, no basta. Hace falta estructura, apoyo emocional y un círculo de confianza sólido que ayude a distinguir entre los aplausos sinceros y los que vienen con doble intención.

El fenómeno Lamine Yamal seguirá creciendo. Su potencial parece no tener techo y el mundo del fútbol está entregado a su magia. Pero no hay talento que no corra riesgos cuando irrumpe con tanta fuerza y tan joven. La experiencia de Boris Becker es una especie de espejo retrovisor que muestra no solo la gloria, sino también los peligros del camino