Restringido
Cara a Cara: ¿Merece Casillas los pitos del Bernabéu?
Iker ya no engaña a nadie
Quim Doméch
Que yo sepa Casillas no necesita abogados, Alfredo. Por mucho que te obsesiones en salvarle, la afición ha dicho basta. El Santiago Bernabéu hace tiempo que agotó su paciencia con el portero. Desde su guerra con Mourinho, los madridistas no han vuelto a tolerar que sea titular por decreto y no por méritos propios. Su último fallo en el derbi en el Calderón le ha condenado otra vez y ni la defensa de buena parte de la Prensa basta para tapar sus miserias.
- Volvió a cantar
No le haces ningún favor justificando sus cantadas. Iker sale a fallo grave por partido. Lo que para ti es un «error discutible» en el Calderón es una muestra más de su evidente pérdida de reflejos. Debéis asumir ya, Alfredo, que Casillas ha sido uno de los mejores porteros del mundo, en pasado. No podéis pretender que su palmarés siga justificando su mal momento de forma. En lo único que te doy la razón es en que el Bernabéu es sabio. El sábado señaló claramente, sin lugar a la duda, a los responsables de la crisis actual: Carlo Ancelotti y tu querido Casillas. Para ti los pitos están dirigidos y parten desde el sector «mourinhista». ¡Qué obsesión! No, Alfredo, también pitaron a Cristiano Ronaldo cuando lanzó la enésima falta a las nubes y, aunque sorprendentemente no quieras comentarlo en tu artículo, habrá que recordarte que volvieron a pitar a Iker cuando regaló un balón a la delantera del Deportivo en un mal pase con los pies.
- Sin autocrítica
Una cosa es que le defendáis los amigos de la Prensa, pero otra peor es que Casillas quiera tomar el pelo a su propia afición. Tras la humillación del Calderón le faltó autocrítica. Por lo que hemos sabido, tampoco quiso darle importancia a lo ocurrido en la reunión privada que mantuvieron la plantilla y Florentino Pérez. Quizá porque también había estado de celebración tras encajar cuatro goles ante el Atlético. Vaya, se te olvidó comentar eso también. Lo dicho Alfredo, ni con abogados como tú se defiende.
Los silbidos de la desmemoria
Alfredo Duro
Te voy a citar, estimado Quim, algunas de las opiniones que la Prensa ha reflejado sobre la actuación de Casillas después del partido «de los pitos»: «Sacó dos manos que evitaron que el Madrid se metiera en un lío...»; «...incluso haciendo dos paradas claves parte de la afición le pitó durante el partido...»; «...y de nuevo apareció el mejor Casillas en dos claros remates de gol...» Lo de siempre. Bueno, lo de siempre mientras no estén de por medio oscuros y bastardos intereses que sólo buscan la sangre de un portero que ha hecho una irrepetible historia. Y no te voy a dar el placer de recrearme en su inagotable trayectoria de éxitos y logros porque manda el presente, y el rabioso presente dice que Casillas les chafó la fiesta el sábado a sus hambrientos verdugos. A toda esa larga sombra del «mourinhismo» más rencoroso y despiadado, que no le perdona su resistencia ni su firmeza para hacerles frente.
- Sospechosos habituales
Lo que ha hecho Casillas los últimos días es, además de haberle evitado problemas al Madrid frente al Dépor, salvar un acoso tan insistente como intolerable. Porque reducir el comportamiento que los blancos ofrecieron en el Calderón a la jugada del primer gol y señalar por ello a Casillas como «autor material» de ese histórico ridículo no se sostiene. Entre otras cosas porque algunos seguimos sin admitir que ese gol fuera producto de esa «cantada». Y en cualquier caso, el repaso de esa jugada, del partido y de muchas de las cosas que ocurrieron después, pone por delante de Iker a un montón de sospechosos. Demasiado sospechosos y demasiado habituales.
- Enemigos irreconciliables
Te voy a espantar todas las dudas: a Casillas no le pitó el Bernabéu. No le pitó porque no ha hecho nada para ser depositario de todas las culpas y crímenes que imaginan sus irreconciliables enemigos. Y ésos, pertenecen como sabes a esa «yihad semifinalista», que en nombre de su líder único y supremo –Mourinho– se arrogan la representación exclusiva del Bernabéu. Pero éste es un estadio sabio que no se presta a matar a una leyenda.
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