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El Barcelona se arrastra en Europa: cae 0-3 con el Benfica

El equipo azulgrana tiene tan crudo pasar a octavos como Koeman seguir en el banquillo. Es último de grupo, con cero puntos y sin rematar a puerta en los dos partidos jugados

El Barcelona es un fantasma en Europa, un equipo zarandeado por el gran Bayern Múnich en la primera jornada, lo que se podía esperar, pero también por el Benfica. La grandeza que tuvo hace no tanto la ha perdido y salir del campeonato doméstico se ha convertido en una pesadilla tras otra. Se arrastra, le superan los muy buenos y los no tan buenos, juega con miedo, no tiene soluciones, con un entrenador desconcertado y desconcertante con muchas de sus decisiones. Las horas del neerlandés en el banquillo pueden estar más que contadas, por mucho que el sábado espere el partido con el Atlético de Madrid. Si llega ahí, después llega el parón de selecciones, tiempo para buscarle un sustituto. Pasado el partido del domingo con el Levante, con la apoteosis de la cantera, el Barça volvió a su realidad, que es dura. No es sólo el resultado, es la imagen dada. Es último de grupo con cero puntos y con el futuro crudo: matemáticamente quedan cuatro partidos (uno en Múnich...), pero visto lo visto, parece difícil que supere la fase de grupos. El Benfica jugó mejor y tuvo más fuerza. Ganaba las disputas, estaba mejor colocado, encontraba los huecos...

Es complicado para un equipo afrontar un partido sabiendo prácticamente seguro que vas a encajar al menos un gol. Le ha pasado al Barça en todos los encuentros que ha disputado esta temporada menos el pasado ante el Levante. Contra el Benfica fue literal lo de comenzar 0-1 porque el tanto portugués llegó a los dos minutos. Pese a las precauciones de Koeman, a los tres centrales para estar un poco más resguardado, la primera acción estuvo fatalmente defendida. El balón le llegó a Darwin Núñez con espacios, retó a Eric García, del que se marchó de forma demasiado sencilla, pero es que nadie acudió a la ayuda, a tapar el hueco, y ni Ter Stegen acertó en la estirada. Demasiado fácil. El Barcelona ya tenía otro obstáculo en el camino y Darwin, que comenzó como un tiro, se convirtió en una preocupación para Koeman, que incluso cambió a dos de sus centrales de lado para que quien vigilara al uruguayo fuera su compatriota Araujo. Ni siquiera dio tiempo a saber si el cambio de sistema de Koeman, la apuesta por los tres centrales, había estado bien o no. Lo cierto es que no encajó mal del todo el golpe el equipo español. Pedri, que regresaba y lo hacía como titular, así de golpe, se puso a los mandos y muy participativo movió al equipo con inteligencia y fue el generador del juego. Pero le falta un finalizador al conjunto azulgrana. Luuk de Jong fue fichado para eso, pero falló de forma incomprensible una ocasión en la que Frenkie, su compatriota, pudo rematar, pero prefirió asistir. El arranque había estado en un pase filtrado del canario.También Memphis tuvo la suya. Es un buen futbolista, pero no es un goleador nato. Brilla más en el regate y la creación.

A Koeman no le gustaba nada lo que estaba sucediendo y a la media hora decidió hacer un cambio sorprendente: entró Gavi, el canterano de moda en el equipo, y salió Piqué, que tenía una amarilla. Pero el sistema se mantuvo, retrasando a Frenkie de Jong como tercer central. El neerlandés se estaba ofreciendo en ataque y retrasarlo era perder una opción. Todo era cuanto menos desconcertante.

Como desconcertante fue el arranque de la segunda mitad del Barcelona, que perdió hasta ese control insípido que tenía. Porque lo peor estaba por llegar. Las carreras de Darwin Núñez seguían siendo diábolicas, acompañado por Yaremchuk, ese delantero que recibe de espaldas, aguanta y espera a que lleguen sus compañeros. Darwin la tuvo con un tiro al palo en una salida lamentable de Ter Stegen. Perdonó, ahí, pero no después.

Koeman estaba desesperado. Su equipo iba a menos y recurrió a tres cambios de golpe: Ansu, Coutinho y Nico. Pero nada. El infierno estaba por llegar. Justo al entrar por tres llegó el segundo y desde ahí, un repaso de arriba abajo. El tercero llegó de penalti, pero es que el Barcelona no era capaz de generar peligro. Hay un número que lo dice todo, demasiado alarmante: son dos partidos de la Champions y ningún remante entre los tres palos. Ninguno. Es demasiado sonrojante. Piqué cariacontecido, Eric García expulsado, Darwin haciendo lo que quería... El final del partido fue lo mejor para el Barça.

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