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El efecto Sergi se llama Ansu

El canterano libra al técnico de otro empate y Dembélé dio motivos para la esperanza

Sergi Barjuán, en su debut en Champions como entrenador del Barcelona
Sergi Barjuán, en su debut en Champions como entrenador del BarcelonaSERGEY DOLZHENKOEFE

El Barcelona se acostumbró durante años a que los problemas los solucionara el «10». Y ahora, aunque el «10» ya no se llame Messi sigue solucionando los problemas.El gol de Ansu Fati en Kiev permite al Barcelona volver a depender de sí mismo, sin necesidad de jugar con un ojo en las estadísticas para ver cuántos goles tendría que marcar al Benfica para superar la diferencia de tantos después de la derrota en Lisboa. Todo eso lo solucionó Ansu Fati con su gol. El efecto que buscaba la directiva con el cambio de entrenador lo va encontrando en el césped a medida que se recuperan los lesionados. «Por suerte estaba ahí y le pegué con todo», resumía.

«Es lo que hay», dijo Ronald Koeman después de la derrota en el primer partido de la Liga de Campeones contra el Bayern. Se refería a la ausencia de fichajes de categoría, pero sobre todo a la multitud de lesionados. Todo cambiaría cuando se recuperaran, era la esperanza del entrenador neerlandés. Y aunque Agüero ha regresado para volver a marcharse durante algún tiempo, Ansu Fati –que le dedicó el gol– comienza a decidir partidos.

Y se suma Dembélé, que creó peligro en los minutos que estuvo en el campo. Con el «7» a la espalda, el francés dio motivos para la esperanza. «Lo he metido antes de los que habíamos hablado. Aporta diferencia, otro ritmo, más velocidad», confesaba Sergi tras el partido.

Y la recuperación alcanza incluso a los que no estaban lesionados, como Ter Stegen. El portero alemán hizo dos paradas que salvaron al Barcelona de regresar con un resultado peor. Y a Sergi de la sombra de empezar su camino en el banquillo con dos empates.

Nadie espera que el antiguo lateral internacional aguante dirigiendo al equipo hasta el final de la temporada. Su trabajo está en el B y el lugar que ocupa ahora debe ser para Xavi, al que el barcelonismo espera como si fuera la tercera parte de la santísima trinidad: Cruyff, el padre; Guardiola, el hijo; y Xavi, al que imaginan como el Espíritu Santo. El Barcelona busca su tridente ya en el espíritu y no en la delantera del equipo.

«El estilo no se toca» es la consigna. Pero el estilo, ahora que se diluye la importancia de Memphis, pasa por Ansu.