Champions
Ansu Fati mantiene la esperanza en Kiev (0-1)
Un gol del diez en la segunda parte dio la victoria al equipo de Sergi contra el Dinamo. Ahora depende de sí mismo para clasificarse
El Barcelona está vivo en Europa y gracias. El de Ucrania era de ese tipo de partidos que hay que ganar sí o sí, y Ansu Fati, un adolescente que acaba de cumplir 19 años, permitió que así fuera, enganchando un gol en un caos de noche. Pero las sensaciones fueron malas tirando a muy malas y así es difícil seguir avanzando en la Champions. Porque esta cita era sólo ganar sufriendo para seguir sufriendo. El Bayern hizo su trabajo y venció al Benfica, por lo que los azulgrana, eso sí, dependen de sí mismos y en un cara a cara contra los portugueses en casa. Un escenario soñado hace no tanto, pero tampoco está el conjunto azulgrana para saltar de alegría. Si sobrevive a esa próxima jornada, ganará tiempo en la Champions y a ver si consigue rearmarse y revitalizarse con Xavi en el banquillo.
Con Nico, Gavi, Mingueza, Eric, De Jong y Ansu Fati, más de la mitad del equipo veinteañeros o menos, alguno en su estreno en la élite este curso, se la jugaba el Barcelona. No es su culpa, al revés. Tenía que vencer a un equipo que en el Camp Nou se mostró muy dócil, pero en casa fue diferente pese a los primeros minutos. Comenzó bien el equipo de Sergi, recuperando la pelota rápido y con un par de ocasiones de Memphis y Ansu, cuyos disparos fueron despejados por la maraña de piernas que había en el área. Pero los ucranianos comenzaron a estirarse, a correr, a salir rápido. No de forma directa, pero sí rápida. Combinaban cuando robaban el balón y encontraban al hombre liberado, que tenía espacio porque el rival estaba descolocado. Pasó un mal rato el Barça mediada la primera mitad, pero por suerte para ellos los balones le cayeron a Shaparenko en la pierna izquierda y no supo dirigirlo bien. El equipo español estaba al borde de un ataque de nervios. Pese a todo, logró serenarse en el tramo final, recuperó el control y no encontró el primer gol por muy poco, sobre todo en un cabezazo de Nico que parecía franco y que despejó... Memphis.
El Barcelona tenía el ímpetu de Nico, un futbolista capaz de hacer muchas cosas bien tanto en una dirección del campo como en la otra, pero le seguía faltando contundencia. El duelo estaba muy, muy peligroso para ellos.
Y así continuó después del descanso, con un equipo atolondrado que no encontraba el camino de ninguna de las maneras. Con la posesión no superaba líneas ni encontraba el pase filtrado, y no había desborde. Todas las acciones terminaban en Mingueza, que centraba al área y a ver qué pasa. Mal negocio suele ser ese para los azulgrana. El Dinamo siguió amenazando y el VAR anuló el penalti que Hategan había señalado en un principio por falta a Ansu Fati. No había nada y rectificó.
Sergi no esperó más para sacar a Dembélé. Que la locura del francés, su juego anárquico, su capacidad de regate, cambiara el destino. Y lo hizo. Su equipo lo necesita. La primera vez que encontró espacios fue para montar una contra que no llegó a Ansu Fati de milagro, pero la acción continuó y poco después Mingueza centró, esta vez por abajo, no le llegó la pelota a Dembélé, pero sí el rebote al «10», que la mandó para adentro sin contemplaciones. Le falta mucho por mejorar a Ansu, parece frágil y que con un soplido se lo lleva el viento (sigue recuperando la forma tras diez meses parado por una lesión), pero tiene una sintonía con el gol que sólo se ve en los elegidos.
No encontró la paz el Barcelona, que todavía tuvo que seguir remando. Lo hicieron todos, empezando por Busquets, impecable de nuevo, y siguiendo por Ter Stegen, que tuvo que hacer un paradón a Tsygankov. El drama amenazó con aparecer en el Olímpico de Kiev, pero resistió el Barça.
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