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Fútbol

Un portentoso Betis barre a la Real y anuncia su candidatura a todo en la Copa del Rey (0-4)

Impresionante exhibición de los verdiblancos en el campo de la Real, impotente frente al aluvión de juego y a la pegada de los andaluces. Marcaron Juanmi (2), Willian José y Ruibal

Los jugadores del Betis celebran el segundo gol del equipo andaluz durante el partido de Copa ante la Real Sociedad
Los jugadores del Betis celebran el segundo gol del equipo andaluz durante el partido de Copa ante la Real SociedadJavier EtxezarretaAgencia EFE

Fue el tópico puñetazo en la mesa. El paso ciclónico del Real Betis por San Sebastián fue uno de esos golpes de autoridad que deben poner en alerta a todos los rivales. «He aquí el futuro campeón», anunció el equipo de Pellegrini a los otros tres semifinalistas con la elocuencia que emana de la portentosa exhibición que ofreció frente a una Real Sociedad que, a despecho de su indiscutida condición de equipazo, pareció un guiñol en las manos de un mágico titiritero.

La victoria bética podría resumirse con la mera mención de la lección táctica que Manuel Pellegrini dictó ante Imanol Alguacil, incapaz su equipo de trasladar balones a su sector ofensivo, que en la hojilla de alineaciones luce precioso. Con Édgar de mediocentro posicional y William Carvalho de gobernador de la zona ancha, los centrocampistas locales parecían liliputienses empequeñecidos ante el gigante portugués, que irrumpió en el área a los doce minutos para quitarse de encima a Guevara con un caderazo y ponerle el pase de la muerte a Juanmi, que la mandó suavita al cajón.

Los partidos en el fútbol contemporáneo, máxime desde que se permiten cinco cambios, tienden a ser muy largos. Una desventaja antes del cuarto de hora puede significar muy poco, como pensaba la Real, pero también mucho, y empezaron a percatarse de ello los locales cuando el descanso se enfilaba sin que nada más hubiese ocurrido, asfixiados los vascos por la telaraña tejida por los béticos. Empató Januzaj en un acelerón al borde del intermedio, el gol fue anulado por fuera de juego y ese 0-1 obligaba a la Real a salir al ataque total en la segunda mitad. Su tumba estaba empezando a cavarse.

Entre todas las virtudes descollantes del Betis, la más llamativa es su capacidad para castigar a los rivales que dejan espacios. Y entre Remiro y sus defensas, se extendía una inmensa pradera. Hubo un solo momento, porque siempre lo hay, en el que la historia pudo cambiar: nada más reanudarse el juego, Oyarzabal sirvió en el área chica a Isak quien, creyéndose a puerta vacía, celebró el gol antes de tiempo porque Rui Silva surgió desde el otro poste para desviar su remate blando y sin mordiente. A partir de ese instante, fluyó el fútbol vertiginoso del Betis para noquear a los donostiarras.

Terminó el partido 0-4 y podría haber terminado 0-7 porque cada arrancada bética, con Carvalho a los mandos y la dupla Canales-Fekir de lanzadores gracias a sus pases quirúrgicos, amenazaba drama en el área local. El cántabro detectó a Álex Moreno en el carril izquierdo y su pase atrás lo volvió a clavar Juanmi, con un escorzo inverosímil para meter su pie izquierdo como una cucharita. Quedaba más de media hora y el suspense radicaba en la diferencia que lograría el Betis. La cuenta se completó con un penalti transformado por Willian José –ex realista como el malagueño– tras mano de Zaldua y con una picadita de Aitor Ruibal cuando el partido había degenerado en verbena. Una fiesta en la que los de verde se divertían y los blanquiazules pagaban.