Copa del Rey

Bordalás se toma la revancha y el Valencia llega a la final (1-0)

Un gol de Gonçalo Guedes al borde del descanso deja fuera de al Athletic, que no supo rentabilizar su dominio

Berenguer se marcha de Gayá
Berenguer se marcha de GayáJuan Carlos CárdenasAgencia EFE

El Valencia regresa a la final de Copa tres años después, Con mucho esfuerzo y un golazo de Guedes desde fuera del área. El duelo ante el Athletic era algo más que un partido. No sólo porque los dos equipos se jugaran la posibilidad de luchar por un título sino porque las diferencias entre Marcelino y Bordalás vienen de atrás, enemigos irreconciliables desde que se cruzaron en la Copa en 2019, cuando el Valencia de Marcelino dejó en el camino al Getafe de Bordalás antes de ganar la final al Barcelona. Se saludaron en el banquillo antes de empezar. Como si no hubiera pasado nada. Pero el gol de Guedes se clavó en el alma del entrenador del Athletic.

El portugués enganchó un despeje de una falta que Carlos Soler mandó al área, apuntó y golpeó con violencia y con puntería. Una combinación imparable para Agirrezabala. El Valencia soñaba con regresar a una final para salir de la mediocridad en la que lo instalaron las decisiones empresariales después de su último título.

El Athletic no supo aprovechar su dominio. Tenía más la pelota, mandaba en el juego, pero no estaba acertado en el remate. Mamardashvili apareció para despejar un disparo de Muniain, aunque la jugada estaba anulada por fuera de juego anterior. Pero estuvo despierto también cuando le encaró Iñaki Williams en carrera para taparle el espacio e impedirle rematar con comodidad. El delantero del Athletic había aprovechado su velocidad para tomar la espalda de la defensa y sorprenderla en el contraataque, pero se enredó cuando llegó el momento de rematar. Se cambió la pelota de pierna y se dio tiempo a que Mamardashvili se le echara encima.

Muniain había estado en el origen de esa jugada, fue quien dio el pase para que el mayor de los Williams corriera en ventaja. Era el más lúcido de los futbolistas sobre el campo, el que bajaba la pelota cuando los demás la golpeaban hacia arriba como si fuera un globo. El que veía a sus compañeros en ventaja y el que buscaba el disparo con más seguridad. Mucha responsabilidad tiene de que su equipo haya llegado hasta aquí.

El capitán del Athletic destacaba entre sus compañeros. El del Valencia tuvo que marcharse a la media hora de juego lesionado. Gayá tenía una microrrotura en el muslo, pero no quería perderse el partido más importante de su equipo en los últimos tres años, pero contra las lesiones musculares no se puede luchar y lo que debía haber sucedido desde el comienzo, que Lato ocupara el lateral izquierdo en lugar del capitán, sucedió con media hora de retraso.

La banda izquierda del Valencia se quedaba a medias, pero la otra mitad era suficiente para molestar al Athletic. Por ahí andaba Bryan Gil, un futbolista de los que son capaces de poner en pie a un estadio. Fue el primero que amenazó la portería de Agirrezabala y un tormento para Lekue cada vez que se cruzaba con él.

Pero la pelota era del Athletic, más cuando el Valencia se puso por delant. Y en los momentos decisivos, cuando el equipo de Marcelino apretaba más, la figura de Mamardashvili se hizo más grande. Atrapó un lanzamiento de falta de Iñigo Martínez y se hizo poderoso por alto cada vez que la pelota volaba hacia su área.

Petxarromán le dio aire al Athletic por el costado derecho en lugar de Lekue. Aprovechaba también que Bryan Gil ya había abandonado el campo para dar profundidad a su equipo. Pero el problema era el mismo para el Athletic, no tenía remate. Sancet no supo controlar un pase extraordinario de Iñigo Martínez que lo dejaba en ventaja y la entrada de Nico Williams no cambió el acierto de su equipo.

El Valencia regresa a una final de Copa. La última vez fue de la mano de Marcelino. Ahora lo ha dejado en el camino.