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Cuando el mejor ataque es la peor defensa

Cuando el mejor ataque es la peor defensa
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Madrid- El Madrid es frágil por detrás. Lo ven los rivales cuando llevan un rato jugando contra el equipo de Ancelotti. Lo malo para ellos es que cuando se han dado cuenta de eso, cuando quieren hacer daño, ya llevan encima una cantidad de goles que necesitan una hazaña, un milagro imposible. Les sucedió al Sevilla y al Rayo. Plantaron cara al Madrid, es verdad. Y también se llevaron su ración de goles de los delanteros. Diez han hecho Ronaldo, Benzema y Bale en los últimos dos partidos. Ancelotti puede dudar, pedir intensidad y equilibrio al equipo. Puede cambiar cosas, pero arriba ha encontrado la fórmula.

La llegada a la banda derecha de Gareth Bale ha sido como abrir una autopista por ese lado. No es su sitio, decían los críticos. Su rendimiento está siendo asombroso. Mientras sus compañeros tocan el balón en el entrenamiento antes del partido, el futbolista galés corre y corre para que su muslo no le dé ningún susto. Las molestias están olvidadas y contra el Rayo volvió a jugar noventa minutos seguidos, sin ningún problema.

Ahora los problemas se los da a los defensas rivales, que no saben cómo detenerle. Que se lo digan a Arbilla, que probablemente ha soñado con su jugada con el futbolista del Madrid. No es sencillo parar a un jugador con tantas variantes. Lo lógico sería taparle la salida a su pierna buena, la salida hacia la izquierda, hacia el área, porque su tiro es peligrosísimo. Pero resulta que cuando llega hasta el fondo, cuando corre la banda y lleva el balón en la derecha, no necesita cambiarse de pierna. Sólo tiene que mirar un par de veces, ver quién está en el centro del área y colocarle el balón en la cabeza. Ronaldo y Benzema lo están aprovechando para sumar tantos desde que Bale es titular en el lado derecho del Madrid. Contra el Sevilla, el francés hizo dos goles y el portugués, tres. Contra el Rayo, ambos marcaron uno menos.

Ya hay pocas dudas de quiénes deben formar el triángulo de ataque del Real Madrid. Si Di María empezó bien la temporada, Bale ha llegado con fuerza para quedarse en su lado. Lleva dos tantos y cuatro pases de gol. «Hay que estar atentos al contragolpe del Madrid. Hay que prestar atención a jugadores como Ronaldo y como Bale, que cuando salen a la contra son velocísimos», aseguró ayer Marchisio, de la Juve, que mañana se mide al Real Madrid en Turín, en el cuarto encuentro de la Liga de Campeones.

Por fin lo tiene claro Ancelotti. De atacar con dos delanteros, pasó a jugar con tres. De jugar con Di María en un lado, a la espera de Bale, ahora lo hace con este último. Si bien el galés y Ronaldo cambian posiciones durante todo el partido.

Benzema también vive más cómodo. Tras sus últimos goles, el clamor por Morata ha pasado a un lugar secundario. Contra el Rayo Vallecano, el francés no jugó como lo hizo contra el Barcelona o contra el Sevilla. Como el resto del equipo, vio la pelota de lejos, sin poder asociarse como le gusta. Pero ya no le pueden criticar por ser un delantero centro sin gol. Lleva tres en dos partidos. Y va devolviendo abrazos a quien le ha ayudado en los momentos más complicados. Si contra el Sevilla buscó a Zidane, frente al Rayo, el sábado, corrió al banquillo para abrazarse con Marcelo.

Bale ha tenido que superar las lesiones y la presión de lo que costó. Benzema tiene detrás la sospecha de una parte del Santiago Bernabéu, que por lo visto, nunca va a estar a gusto con lo que haga su delantero. Los dos han superado una etapa de crisis y llegan a esta parte de la competición reforzados. A pesar de todo lo que han vivido, Ancelotti siempre creyó en ellos.

Ronaldo es distinto. Desde hace tiempo ha hecho imposible, ilógica, cualquier duda sobre sus prestaciones en el campo. No conoce límites. Veinte goles en quince partidos suma esta temporada. Puede dudar el Madrid, puede sentir algo de miedo. No le pasa a Ronaldo.

Equilibrio

«El Real Madrid tiene jugadores muy fuertes delante, pero esos futbolistas a veces ayudan poco abajo y entonces conceden bastante. Sabemos cómo hacerles daño», dijo ayer Marchisio, desde Turín. Si cuando el balón llega a los futbolistas de delante, el rival puede rezar, temer o finalmente llorar por lo que le ha sucedido; cuando la pelota pasa el centro del campo del Real Madrid hacia la portería se le abren un montón de opciones. El Sevilla y el Rayo lo probaron y mañana la Juventus quiere sacar algo positivo del desequilibrio del conjunto blanco.

Puede que esa palabra, equilibrio, sea la que más ha repetido Ancelotti en lo que lleva en el banquillo blanco. Dice que no tiene nada que reprochar al ataque, donde el Madrid hace goles con facilidad, pero sí, dice, hay que hablar de los goles recibidos. Hace dos años, a estas alturas de la temporada, llevaba ocho goles en contra. En la jornada 12 de la Liga pasada, llevaba un tanto más. Este año, el equipo ha recibido 16. Es el noveno en goles recibidos en la clasificación.

O sus futbolistas no le hacen caso o el entrenador italiano todavía no ha encontrado el modo de hallar el equilibrio. El italiano no ha repetido equipo en lo que va de temporada. En parte, por las lesiones. En parte, también, por la variación en la portería y por los cambios en los laterales (Coentrao sufre un esguince de tobillo y es baja). Pero también por sus cambios en el centro del campo, en busca de una mezcla de jugadores que aporten tanto defensivamente como en el ataque. Isco empezó, pero al andaluz le cuesta mirar atrás. Khedira parece ser del que más se fía, aunque contra el Rayo ni fue convocado. Modric ha hecho buenos partidos y en otros ha sido más intermitente.

Ancelotti quiere que los jugadores en esa posición se sacrifiquen y ayuden a una defensa que ve llegar rivales y no sabe cómo detenerlos. En las jugadas de los penaltis contra el Rayo Vallecano, Marcelo y Pepe parecen superados y reaccionan sin pensar. Ancelotti ya está preocupado. Pocas veces ha sido tan claro como después del encuentro del sábado. Habló de desastre en la segunda mitad, de «superficialidad» y de falta actitud para lograr el equilibrio, es decir: la tranquilidad.