Copa del Rey
Del día más feliz de Mou a la Copa de Diego López
Madrid-Si Mourinho se va al final de esta temporada, dejará algo para el futuro del club: un equipo competitivo. El Real Madrid del portugués ha llegado a las tres últimas semifinales de la Liga de Campeones y mañana va a disputar su segunda final de la Copa del Rey en tres años.
Hasta hace dos años, los jugadores madridistas se agarrotaban cuando se enfrentaban a eliminatorias de doble partido y, si pasar de octavos en Liga de Campeones parecía una hazaña casi inalcanzable, ganar la Copa del Rey sí que parecía definitivamente imposible. Hasta 2011: «Los jugadores se quitan un peso de encima después de varios años sin conseguir un título. Esto tiene más valor», explicaba el entrenador tras ganar la final al Barcelona. En el recuerdo estaba la última Copa del Rey, lograda en 1993 por la «Quinta del Buitre». Pero después, durante casi veinte años, en la memoria de los aficionados se iban almacenando decepciones en varias finales y, sobre todo, algunas eliminatorias que dejaron heridas profundas, como contra el Toledo, el Real Unión de Irún o, finalmente, el Alcorcón.
El éxito de un estilo
La final contra el Barça, que cicatrizó todo eso, será uno de los mejores recuerdos de Mourinho en su paso por el banquillo del Santiago Bernabéu. En una temporada de adaptación, la victoria en la Copa del Rey, en la prórroga, con un gol de cabeza de Cristiano Ronaldo, dio credibilidad al portugués frente a sus críticos, que le empezaban a reprochar una temporada sin títulos. La Copa justificaba su estilo: «Para mí, se puede jugar un gran fútbol con un trabajo defensivo, un gran contraataque y una gran cobertura de los espacios», seguía explicando.
El Barça había sido superior al Madrid en los enfrentamientos directos en Liga y, por eso, en la final el equipo de Mourinho jugaba contra dos fantasmas: no sólo le pesaba su mal papel en los últimos tiempos en la Copa del Rey, también parecía estar moralmente por debajo de su rival.
Tras una primera parte en la que el Real Madrid fue superior, pero en la que no marcó; en la segunda, las paradas de Casillas evitaron que el Barcelona se adelantara. Después, en la prórroga, el fútbol del Madrid y el gol de cabeza de Cristiano Ronaldo noquearon por fin al Barcelona. Era la cuarta copa de Mourinho en un país diferente. El técnico fue manteado por sus futbolistas.
Fue hace dos años, aunque parecen bastantes más. Mourinho abrió su ciclo con una Copa que se deseaba en el club desde hace tiempo. Mañana, el Atlético espera para otra final. Casillas será suplente y una de las grandes dudas es si los jugadores mantearán al técnico si el Madrid gana el partido.
El Alcorcón necesitaba un portero en la temporada 2001-2002 y preguntó al Madrid si podía prestarle a ese guardameta tan alto. Diego López tenía 20 años y llamaba la atención por su tranquilidad. Había llegado al Madrid desde Galicia y, por primera vez, abandonaba el club para volver al año siguiente, una constante en su vida. «Yo le decía que era de hielo: nunca se ponía nervioso», cuenta a este periódico Quique Herráiz Paradiñas, su técnico en el Alcorcón. «Estaba desanimado porque no jugaba en el Madrid. Tenía mucha capacidad de trabajo, era buen compañero y muy bueno bajo los palos. En esa época le costaba salir y lo trabajamos mucho. ''No sé porque te da miedo'', le decía yo: ''Si fallas, no pasa nada''. Tenía calidad para ser portero bueno».
Después, volvió al Madrid, se marchó, regresó y estuvo en la Liga de 2007 como suplente. Se marchó de nuevo y volvió este invierno para ser titular y jugar la final. «No sería justo ni aconsejable que no jugase Diego –cuenta a LA RAZÓN, Paco Buyo–, Iker volverá a jugar en el Madrid cuando llegue la pretemporada, cuando todos empiecen de cero, y se impondrá el mejor. Iker tendrá que esperar, pero no sería justo que Diego no fuera titular».
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