Restringido
Derrota imperdonable
No se puede tirar la Liga de esta manera. El Barça tenía una oportunidad única para recortar puntos y colocarse líder y la desaprovechó de manera lamentable. Faltó actitud e intensidad. Luis Enrique pensó que se podía ganar a la Real dosificando a Messi y Neymar, a los que concedió las vacaciones que pidieron. Y sin ellos el Barcelona estuvo descolocado, apareció sin rumbo. Ni el gol encajado les inmutó. Los azulgranas transmitieron la sensación de que no les importaba la derrota, jugaron con apatía y, lo peor de todo, sin identidad.
En la segunda parte Luis Enrique quiso tirar de los últimos en llegar y ni así. Lo intentaron, pero ya era tarde. Con la entrada de Alves cambió el sistema apostando por una línea de tres centrales y dos carrileros. Sonó a desesperada. El técnico culé queda tocado y esta vez sus decisiones son tan inexplicables como indefendibles. Pero el culpable no es sólo el entrenador, aunque su permiso especial para los suramericanos le retrata. Los jugadores salieron apagados, apáticos. Ya es hora de empezar a decir que Iniesta hace tiempo que anda desaparecido, que Suárez tiene que recuperar el nivel que mostró en Inglaterra, que Montoya no es lateral para el Barça, que Alba corre como pollo sin cabeza, que Mathieu está sólo para 20 partidos al año... Y así podríamos seguir un buen rato y sólo salvaríamos a un Mascherano que es el único que transmite algo del espíritu de Puyol que tanto se echa de menos.
Por cierto, no es excusa pero de nuevo diferencias arbitrales: mientras en Mestalla el árbitro Gil Manzano no dudó en pitar la mano de Negredo, en Anoeta el madrileño Del Cerro Grande no vio cómo Íñigo Martínez interceptaba un balón con el brazo, un penalti aún más claro que no se señaló.
El barcelonismo comienza 2015 en un estado de profunda depresión tras esta derrota. Las sensaciones no podían ser peores, la imagen del equipo está por los suelos y esto no puede seguir así. ¡Reacción ya!
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