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El Chiringuito de Pedrerol: Ramos, la madurez de un líder

El defensa del Real Madrid volvió a ser clave en un partido importante, pero lo que le aporta al equipo blanco va mucho más allá de sus goles decisivos

La imagen de Ramos marcando y celebrando eufórico un gol en los últimos minutos ya es un clásico
La imagen de Ramos marcando y celebrando eufórico un gol en los últimos minutos ya es un clásicolarazon

El defensa del Real Madrid volvió a ser clave en un partido importante, pero lo que le aporta al equipo blanco va mucho más allá de sus goles decisivos

Se está acabando el partido en el Camp Nou. El Barça se va a llevar los tres puntos, se va a poner a tres del Madrid y va a cortar su racha de 32 encuentros sin perder. A los blancos sólo les queda agarrarse a una falta cerca del vértice derecho del área blaugrana, con todos los jugadores del Barcelona metidos en la cueva. La pone Modric, templada y con rosca. Y allí, entre todo el barullo, aparece imperial, poderoso, totalmente solo, Sergio Ramos. Saltando como un pura sangre y cabeceando el balón a las redes. Empata el partido, deja la racha del Madrid en 33 sin perder y a su eterno rival lo mantiene a seis puntos de distancia. Una vez más, el sevillano lo puso todo en orden cuando el partido daba su último aliento.

- «Te lo dije, Lucas»

Ramos entra al vestuario como el gran héroe de la noche y del madridismo. Una vez más. Entonces mira a Lucas Vázquez y le espeta: «Te lo dije. Si bloqueas a Piqué, estaré solo». También lo habló con Luka Modric, al que advirtió: «Tú ponme una buena, que yo la enchufo». Esa sociedad del gol de la Décima volvió a aparecer. Ese futbolista que se agiganta en los grandes momentos, también. Y no es por casualidad. Lo que pasó en el minuto 90 en el Camp Nou estaba perfectamente planeado. No se deja nada a la improvisación. Sergio tiene arte. Tiene duende. Sí. Pero también hay muchísimo trabajo detrás. De él, de sus compañeros y también de Zidane, que se doctoró en el Calderón y en el clásico adquirió el «Cum Laude».

- Apoyo a Zidane

Ramos fue un apoyo muy importante para el técnico francés desde su llegada, en una situación muy complicada con Rafa Benítez. Por Zizou sí dio la cara desde el primer momento, ejerciendo del capitán que necesitaba el Madrid. Porque Sergio Ramos es mucho más que goles decisivos. Ahora es un líder, un jugador y un hombre mucho más maduro, que asume la responsabilidad que tiene al portar ese brazalete y actúa en consecuencia en el campo, en el vestuario y ante el madridismo. También sigue siendo el «mimaíto» del presidente, por ese contrato que se ha ganado a pulso, sí. Pero también por su esfuerzo, su compromiso y por ese carácter irreductible que va en consonancia con los valores del club.

- De cuna... y de Camas

Cristiano y Benzema eran las mayores amenazas para el Barça en el clásico, pero no fueron ellos los que rescataron al Madrid de una derrota que parecía tan inevitable como seguramente injusta. Fue Sergio Ramos. Como suele destacar Damián en «El Chiringuito», «hay madridistas de cuna y madridistas... de Camas». Llegó al Madrid con 18 años desde Sevilla, pero es como si llevara toda la vida.

- Exceso de confianza

Los aficionados merengues se han acostumbrado a sus inicios titubeantes, es verdad. A veces peca de exceso de confianza en algunos partidos. Pero Ramos compensa con creces todo eso cuando logra acabar todas las temporadas en lo más alto. Tirando del grupo e implicando a todo el mundo. Rindiendo al máximo nivel. Resolviendo papeletas muy difíciles para el equipo en partidos de la mayor envergadura. Dando goles y títulos. Lo escribió Walt Whitman, se llevó al cine en la maravillosa película «El club de los poetas muertos» y Sergio Ramos le hace honores como nadie: «¡Oh capitán, mi capitán!».