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El clásico más extraño

Real Madrid y Barcelona se enfrentan en un partido sin apenas trascendencia para el título de Liga y en un horario poco habitual, las cuatro de la tarde

El clásico más extraño
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La costumbre mata la ilusión y el clásico corre el riesgo de convertirse en una rutina desde el primer año de Mourinho y los siete enfrentamientos entre Real Madrid y Barcelona. Sin tiempo para digerir el 1-3 del partido de Copa del pasado martes, los dos equipos se enfrentan a una revancha insustancial.

La costumbre mata la ilusión y el clásico corre el riesgo de convertirse en una rutina desde el primer año de Mourinho y los siete enfrentamientos entre Real Madrid y Barcelona. Sin tiempo para digerir el 1-3 del partido de Copa del pasado martes, los dos equipos se enfrentan a una revancha insustancial. Cuentan el honor y el orgullo, pero cuentan menos cuando la Liga está prácticamente decidida. «Parece que, como tenemos esta ventaja, la Liga no sea tan importante. Pero es la Liga, el título por excelencia. Y una jornada más, sacar un resultado positivo, sería un paso muy importante», advierte Roura, el entrenador circunstancial del Barcelona.

Dieciséis puntos de diferencia entre los dos equipos son demasiados. Para dar al partido la importancia que siempre debe tener un Real Madrid-Barcelona, los azulgrana miran al título y se obligan a hacer lo necesario para ganarlo cuanto antes. Al Madrid se le ocurren pocas cosas aparte de la dignidad que debe mantener ante sus aficionados. El pensamiento está en el partido del próximo martes en Old Trafford ante el Manchester United. El fútbol hace tiempo que dejó de ser ese deporte en que se competían los domingos después de entrenar durante toda la semana. Ahora, para el Madrid, la competición es entre semana y los entrenamientos, los fines de semana. Kaká se plantea el clásico como un ejercicio de motivación. «El partido del martes será importantísimo y sería ideal ganar al Barcelona para llegar bien a Manchester. Ganar en el Camp Nou nos dio mucha confianza, podemos lograr objetivos y ganar a cualquiera donde sea», afirma. La posibilidad de comprobar si es cierto que ha resucitado Kaká, otra vez, es un aliciente para los aficionados madridistas. «Nadie me ha hecho sentir un jugador acabado. Tampoco yo pensaba así, pese a estar en una situación incómoda para mí, pero siempre pensé en mis condiciones y en lo que todavía podía aportar al Real Madrid», decía ayer el futbolista.

«Tengo dos años más de contrato aquí y por mí seguiría, pero no quiero ser nunca un problema para el club. Si al final es bueno que tenga que salir por mí y por el club, bien, pero como hasta ahora no hemos encontrado una solución, sigo aquí como buen profesional haciendo lo que tengo que hacer, buscando oportunidades en mi equipo y con el deseo de volver a jugar con la selección de mi país», advierte el futbolista brasileño.

Kaká ha dado en el último mes su mejor nivel como futbolista del Real Madrid, pero le falta demostrar todavía si está capacitado para ser fundamental en partidos grandes. En ésos, en el del martes pasado y en el del martes próximo, sigue siendo suplente. Para él quedan partidos como el de hoy, encuentros que son como él, a los que se presupone una grandeza que ya no tienen. La del clásico es pasajera, volverá a encontrarla en la próxima vez que se crucen Real Madrid y Barcelona. En la Liga de Campeones, por ejemplo, si se da el caso. Kaká tiene tiempo todavía para demostrar si su decadencia tiene vuelta atrás.

Nada parece lo que debería ser en el partido de hoy. Ni siquiera la hora. Después de que hace dos años las televisiones obligaran a los dos equipos a enfrentarse un lunes, hoy se ven forzados a enfrentarse a las 4 de la tarde, una hora tan incómoda como las 10 de la noche, aunque por diferentes motivos. El Real Madrid quería adelantar el partido lo máximo posible, pendiente como está de su eliminatoria contra el Manchester United. Su primera opción fue jugar ayer. La siguiente, hacerlo hoy en el primer partido del día, a las 4.

El Madrid se plantea el encuentro como un calentamiento. Al Barcelona debería servirle para algo parecido. Acomodado en la Liga, sin ningún rival que le incomode de verdad –el Atlético camina a doce puntos de distancia–, parece haber perdido la costumbre de los partidos grandes. Ha disputado tres desde el regreso de las Navidades y su mejor resultado es un empate en el Bernabéu. Perdió ante el Milan y ante el Madrid en el Camp Nou. Por si alguien duda de que el partido de hoy iba en serio.