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1-2. Cristiano es la bomba

El portugués extiende su racha goleadora en Ipurua, donde marcó dos tantos de auténtico delantero centro. «Lo que hace es de otra galaxia. Sus números hablan», dice Zidane

Ronaldo celebra uno de sus goles con Lucas Vázquez
Ronaldo celebra uno de sus goles con Lucas Vázquezlarazon

El portugués extiende su racha goleadora en Ipurua, donde marcó dos tantos de auténtico delantero centro. «Lo que hace es de otra galaxia. Sus números hablan», dice Zidane.

Zidane, que tiene un Balón de Oro en la estantería del salón y un hueco entre los mejores futbolistas de la historia, alucina cada día con Cristiano, que no por casualidad tiene cinco pelotas doradas en su museo de Madeira. No era el de Ipurua un partido amable, pero la pereza no está entre los pecados del portugués. El Eibar, que te asfixia con presión alta y buen gusto para mover el balón, salió a toda máquina y atosigó al Madrid, al que pudo igualar en muchas cosas menos en la contundencia del delantero. A Cristiano le van últimamente las segundas partes de la temporada y ya lleva un mes y medio decidiendo partidos a base de dinamita. Ayer, reventó a los de Mendilibar con dos acciones de delantero centro nato, una posición que domina como los mejores de la especialidad y en la que su carrera puede alargarse más en el tiempo. Menos metros que recorrer y una contundencia brutal, como en el segundo tanto en Ipurua, en el que estrelló la pelota en la red como si fuera una bomba.

Eso es Cristiano ahora mismo, un arma letal que acumula siete partidos consecutivos marcando y que ha anotado 17 goles en los últimos diez. Desde el 21 de enero, cuando hizo un doblete ante el Deportivo, sólo ha dejado de gritar en el empate en el Ciutat de Valencia y en la derrota en Cornellà, una tarde en la que le tocó descanso. Zidane le regula los minutos y él ha aprendido a aceptarlo. Espera sus momentos y los aprovecha, como ayer al mediodía para derrotar a un buenísimo Eibar, que sueña con Europa con argumentos.

«Es de otra galaxia lo que está haciendo. Su actitud es siempre muy positiva, sabe que va a marcar, se trata de un futbolista diferente, especial, y sus datos hablan por sí mismos. Es muy bueno y una suerte tenerlo en días como éste. Hace muchos goles con pocas ocasiones», resumía Zizou, que no regatea un elogio a su estrella. «Cuando lo necesitamos, siempre está. No habla fuera, lo hace en el campo», añadía Marcelo... «Mete goles de todos los colores. Es un lujo para nosotros que esté en nuestro equipo y ojalá podamos disfrutarlo muchos años», recordaba Lucas Vázquez, mientras Casemiro también agradecía tener al portugués de su lado, sobre todo en días complicados.

El Madrid jugó en Eibar con la misma concentración y actitud que en París, con ese traje de la Champions que le sienta tan bien como la inspiración de CR7. El equipo siente que en su estado de forma, arranca los partidos con un gol en el marcador y así es más fácil llegar a la victoria. A la de Ipurua también ayudó la magia de Modric, que tiene un aspecto físicamente frágil, pero se atreve a sacar la chistera en mitad de una guerra. Eso hizo en la acción del primer tanto, cuando sobre el césped había más contacto y sudor que juego. Robó por instinto táctico un balón a Arbilla y con el exterior de la bota alimentó a Cristiano a la espalda de la defensa. El croata llevaba veinte días lesionado y, visto lo de ayer, se confirma la valentía de Zidane al dejarlo en el banquillo en el Parque de los Príncipes. La tentación de arriesgar con él la hubiera tenido cualquier técnico y lo más difícil era decidir sentarlo en un día en el que el curso estaba en entredicho.

Luka sostuvo al Madrid en Eibar durante un buen rato y rozó el gol en un tiro cruzado, pero el que decide es Cristiano, en los días glamurosos y en los que a algunos les daría pereza.