Eurocopa 2020
Eurocopa 2020 | España se libera y abusa de Eslovaquia
Empezó el equipo de Luis Enrique fallando ocasiones, hasta un penalti de Morata, pero después.... Dubravka en propia puerta, Laporte, Sarabia, Ferran Torres, Kucka también en propia
España necesitaba un empujón, una ayuda que le abriera el camino hacia los octavos de final y la encontró en el portero eslovaco, Dubravka, que metió en la portería el rechace del larguero a un disparo de Sarabia desde fuera del área. Fue un gol irreal, de los que se marcan en las liguillas de empresas, pero fue suficiente para liberar a España. El penalti que falló Morata había devuelto a la selección al pesimismo, parecía imposible marcar un gol, pero ahí estaba el manotazo de Dubravka para allanar el camino.
Se temía un naufragio como el de Curro, la mascota de la Expo ’92, cuando cayó al Guadalquivir víctima de la botadura fallida de la réplica de la nao Victoria en la que Juan Sebastián Elcano dio la primera vuelta al mundo. Pero España no se ahoga, al contrario, coge oxígeno y sale reforzada con muchos goles y un buen fútbol.
Era lo que se merecía España, que dejó los nervios en el vestuario y en el banquillo a varios titulares de los dos primeros partidos para buscar la victoria desde el comienzo. Rodri y Marcos Llorente se quedaron fuera, como Dani Olmo. Ninguno de los tres saltó al césped. Busquets mandaba en el centro del campo, daba más velocidad a la pelota y Sarabia y Gerard Moreno se entendían con Morata desde las bandas.
España era otra, sin miedo, sin dudas. Y se desató como esperaba Luis Enrique en la previa. «Es como la botella de cava que está a punto de descorcharse», decía el seleccionador español. Y así fue. Llegaron cinco goles, pero podían haber sido más. Muchos más incluso porque Eslovaquia desapareció de repente.
El penalti a Koke sólo era el premio a la insistencia de España, tan ridículo como el gol que vino después, pero penalti. El defensa eslovaco dio una patada al «8» de España cuando pretendía robarle la pelota y se encontró con el pie del jugador español. Tuvo que ir a verlo a la pantalla el árbitro, pero no dudó.
Morata preguntó al banquillo y desde allí le animaron a lanzarlo. Paró Dubravka, que no se imaginaba lo que venía después, despejó la pelota. Podía haber sido el final de España, el hundimiento definitivo. Pero el mundo no se acababa ahí y la Eurocopa tampoco para España. Ni siquiera Morata bajó los brazos. El delantero lanzó poco después un disparo desde fuera del área que Dubravka despejó de nuevo.
Podía parecer que España volvía a pegarse contra un muro, que el gol no iba a llegar de ninguna manera, pero apareció la mano salvadora del guardameta eslovaco y todo cambió.
Gerard Moreno persiguió una pelota después de un rechace hasta la línea de fondo y allí se fue Dubravka con él. El delantero del Villarreal se giró y puso la pelota con precisión en la cabeza de Laporte en el área pequeña para que rematara con limpieza el segundo.
Estaba el partido al borde del descanso y Eslovaquia ya se dio definitivamente por vencida. Su opción era aguantar y confiar en la falta de acierto de los españoles en el remate, pero se encontró con la cara más eficaz de la selección española en mucho tiempo. Y Luis Enrique lo celebraba abrazándose con sus ayudantes en la inmensidad de la zona técnica. Era una liberación también para ellos.
Sus cambios funcionaron. Busquets marcó el ritmo del partido y Azpilicueta participó por la banda derecha, pero ninguno fue tan determinante como Sarabia. Estaba en todas desde el comienzo el delantero del PSG, que ofrece desborde por la banda y remate, como el que forzó el primer gol por el error de Dubravka. Además, marcó el tercero de la Roja al recoger en el área un pase de Jordi Alba desde la izquierda. Y dio el pase para el cuarto, en un taconazo de Ferran Torres que acababa de entrar en el campo.
Pau Torres también provocó un gol nada más aparecer en el campo, aunque el tanto fue de Kucka en su portería. El festival era incontenible por los eslovacos y parecía que cada jugador que entrara en el campo iba a ser capaz de marcar.
Pero ahí se paró la goleada, en el quinto. Una exhibición para despejar dudas. No sólo fueron los goles, fue la sensación de seguridad que ofrecía la selección en todo momento. Nunca se sintió inquietada por los eslovacos, que apenas cruzaron el centro del campo. Duda, su delantero, era apenas un náufrago en espera de que le llegara algo de alimento que nunca llegaba.
Luis Enrique aprovechó para repartir premios. Entró también en el campo Adama Traoré, otro de los debutantes. Un futbolista de los que abren el campo y los espacios, incontenible para los defensas eslovacos, aunque no encontró el gol.
España está clasificada, es segunda de grupo –Croacia es el rival– y ya mira hacia delante y no hacia los lados. En lugar de contar ocasiones falladas, ahora cuenta goles. Y en lugar de dudas, certezas.
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