Tribunales
La Fiscalía reclama dos años y medio de prisión para Rubiales por su beso a Jenni Hermoso
Imputa delitos de agresión sexual y coacciones al expresidente de la RFEF y pide también para el exseleccionador Jorge Vilda un año y medio de cárcel
La Fiscalía pide dos años y medio de cárcel para Luis Rubiales, por delitos de agresión sexual y coacciones, por su beso a Jenni Hermoso tras la final del Mundial el pasado agosto en Sídney (Australia). La teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, también solicita un año y medio de prisión para el exseleccionador Jorge Vilda; el director deportivo de la selección masculina de la Real Federación Española de Futbol (RFEF), Albert Luque; y para el responsable de Marketing de la RFEF Rubén Rivera. A todos ellos les imputa un delito de coacciones por las supuestas presiones a la futbolista internacional y a su entorno para que respaldase en una comparecencia pública la versión de Rubiales de que el beso fue consentido.
En su escrito de acusación, la representante del Ministerio Público también solicita que indemnice a la futbolista internacional con 50.000 euros (la misma cantidad que pide que asuman de forma solidaria el resto de acusados) y que se imponga al expresidente de la RFEF la libertad vigilada durante dos años una vez cumpla condena y que se le prohíba comunicarse con Jenni Hermoso y acercarse a menos de 200 metros de ella durante cuatro años (tres años y medio en el caso de los otros tres acusados). Además, la fiscal reclama que se le inhabilite para el ejercicio de su profesión y para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo por un plazo igual al de la condena.
Rubiales se encuentra ahora mismo en la República Dominicana y, una vez regrese a España el próximo 6 de abril, tendrá que declarar como investigado en el marco del "caso RFEF" por supuesta corrupción en contratos federativos.
De manera "sorpresiva" y "sin consentimiento"
En el escrito de calificación, la fiscal del caso señala que en la entrega de trofeos tras el Mundial conseguido por España, el entonces máximo mandatario del fútbol español "sujetó la cabeza de la jugadora con ambas manos, a la altura de los oídos", y de manera "sorpresiva y sin consentimiento ni aceptación de la jugadora, le propinó un beso en los labios".
Ante las consecuencias "personales y profesionales" que le podía acarrear lo sucedido, Rubiales, "por sí mismo y en connivencia con el resto de los acusados" -que como cargos de su confianza, señala, su "privilegiada situación" en la RFEF dependía "de la suerte que corriera" su presidente- llevó a cabo "actos constantes y reiterados de presión" directamente sobre Hermoso "y a través de su familia y amistades" para conseguir -recalca la Fiscalía- que "públicamente justificara y aprobara el beso que contra su voluntad le dio Luis Rubiales". Un empeño que generó en la jugadora "una situación de hostigamiento que le impidió desarrollar su vida en paz, tranquilidad y libremente".
La fiscal detalla esos supuestos actos de hostigamiento, que comenzaron cuando Rubiales le pidió directamente a la internacional que hiciese una declaración pública "acerca de la aceptación por su parte del beso recibido, con la que ella no estaba de acuerdo y que no tenía obligación alguna de hacer".
Más adelante, continúa el relato de la acusación pública, en el viaje en autobús de la delegación española al aeropuerto, "se le obligó a bajar precipitadamente" para que suscribiera una nota de prensa redactada por orden de Rubiales "cuyo contenido no compartía", pese a lo cual "fue remitida a los medios de comunicación".
La futbolista pidió que la "dejaran en paz"
Ya en el avión, el entonces presidente de la RFEF se dirigió de nuevo a Jenni Hermoso insistiendo en que accediese a hacer una manifestación conjunta en Doha (Qatar)I, donde hacía escala el avión, "a lo que la jugadora se negó una vez más, expresando su hartazgo y malestar" por las "presiones".
Ante esta nueva negativa, Rubiales, tras diversas conversaciones con su equipo de confianza, del que formaba parte el seleccionador Jorge Vilda, optó por redoblar la presión a través de los familiares de la jugadora.
Vilda -asegura la fiscal- lo intentó entonces con Rafael Hermoso, hermano de la futbolista, advirtiéndole ante sus reticencias de que si no accedía eso "tendría consecuencias negativas para ella, tanto en lo personal como en su carrera profesional".
Ya durante el viaje a Ibiza de las campeonas del mundo, del 22 al 25 de agosto, fue Rubén Rivera, director de Márketing de la RFEF, quien insistió de forma "persistente" a Jenni Hermoso para que hablase por teléfono con el responsable de Integridad de la Federación, que había abierto un expediente que pretendía, por orden de Rubiales, su "exculpación de cualquier responsabilidad", obligando incluso a cambiar declaraciones sobre lo sucedido y aportando "periciales parciales en su favor". La jugadora, recoge el relato de la Fiscalía, insistió en su negativa y rogó a Rivera -que hizo extensivo su "hostigamiento" a Ana Ecube, amiga de Jennifer Hermoso- que "la dejaran en paz".
Al no conseguir su objetivo, se desplazó a Ibiza Albert Luque para conseguir convencer a Hermoso, aunque ella se negó a hablar con él. Tras fracasar en su intento, envió enfadado un mensaje a la amiga de Hermoso "haciendo alusión a que a la jugadora, por su edad, le quedaban dos años de carrera y que si en este momento le ayudaba seguramente le podría conseguir un puesto en la Federación", acusando a la futbolista de ser "mala persona" y deseándole "que se encuentre muy sola en la vida", de lo que "se alegraría".
Esa situación de hostigamiento cesó cuando Rubiales fue cesado por la FIFA el 26 de agosto, pero las presiones recibidas ocasionaron a Jenni Hermoso "una situación de ansiedad e intenso estrés, que se prolongó durante varios meses".
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