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Guerra civil en el Sevilla

La salida de escena de Del Nido por su inminente ingreso en prisión desata una lucha por el poder. El condenado trata de blindar a su círculo íntimo

Del Nido habla con Cruz en una junta general del club. Debajo, en el centro, Pepe Castro
Del Nido habla con Cruz en una junta general del club. Debajo, en el centro, Pepe Castrolarazon

La reunión del consejo está fijada para las 11.00 horas en la sala de juntas del estadio sevillista y a partir de las 11.30, según ha informado esta tarde el club, comparecerá en el antepalco para anunciar públicamente su decisión y despedirse del cargo

SEVILLA- José María del Nido Benavente dejará hoy la presidencia del Sevilla, club que desde su acceso al cargo en mayo de 2002, ha vivido la década más gloriosa de su historia con la conquista de seis títulos. Antes de él, había acumulado cuatro en casi un siglo. El abogado sevillano desea dar a su salida apariencia de dimisión, pero lo cierto es que se marcha por un doble imperativo legal: la condena a siete años de prisión por malversación y prevaricación en el Ayuntamiento de Marbella, que el jueves le ratificó el Tribunal Supremo, lleva aparejada una pena de inhabilitación para ejercer de representante de cualquier empresa; y los estatutos del club proscriben como miembros del consejo de administración a los «condenados por delitos contra la libertad, el patrimonio o el orden socioeconómico».

La hoja de servicios de Del Nido desde que sucedió en mayo de 2002 a Roberto Alés, el hombre que salvó al Sevilla de la quiebra y más que posible desaparición, es apabullante: dos Copas del Rey, otras dos de la UEFA, una Supercopa de España y una de Europa ha llevado a las vitrinas del club. En 2007, el equipo entrenado por Juande Ramos disputó hasta la última jornada el título de Liga y se estima que ha traspasado o fichado jugadores por valor de 500 millones de euros. Pero su resistencia a marcharse cuando fue condenado en primera instancia por la Audiencia de Málaga en diciembre de 2011 constituye una mancha imborrable en su trayectoria.

Estos 23 meses los dedicó Del Nido a dejarlo todo «atado y bien atado». La empresa Sevillistas de Nervión, que controla el paquete de acciones clave en el Sevilla, la conforman seis jerarcas que toman sus decisiones de forma colegiada: el presidente, su antecesor Alés, el vicepresidente y sucesor, Pepe Castro, el cuñado de éste Paco Guijarro, y los empresarios Martín Baena y Gómez Miñán. El primero, de edad muy avanzada, es un títere en manos de Del Nido; el segundo está peleado a muerte con Guijarro, pero desde hace semanas Alés intenta convencerlos para que lleguen a un acuerdo de mínimos que frene al reo en su intención de gobernar el club desde la cárcel.

Fuera de Sevillistas de Nervión y orillado desde hace años, vive el máximo accionista a título individual, el también ex presidente Rafael Carrión, que no perdona a Del Nido el ninguneo al que lo ha sometido y que desea poner sus acciones en manos de quien desmonte el entramado armado por el cesante: su hijo primogénito en el consejo de administración con protagonismo creciente y los dos responsables de las áreas administrativa, Manuel Vizcaíno, y deportiva, Monchi, unidos a la familia por un lazo más sólido que la sangre: el dinero. La tarde de conocerse la condena reapareció en escena José María Cruz. Antiguo director general, salió del Sevilla hace un año entre imprecaciones («rata», le decían) de sus compañeros del consejo pese a lo cual fue citado a una reunión en casa de Del Nido con el padre, el hijo, Vizcaíno y Monchi.

Significativamente, el presidente in péctore, Pepe Castro, no estuvo. A Cruz le fue ofrecido su regreso al club con mando en plaza y un fabuloso salario, pero el ejecutivo se lo está pensando porque atisba un futuro profesional en el crematístico mundo del fútbol que no quiere comprometer «poniéndose la camiseta del equipo perdedor por la prisa que tiene de saltar al campo», en palabras de alguien que lo conoce bien. Los dos bandos conocen la capacidad de José María Cruz, cuyo prestigio intachable serviría a los unos de cerrojo y a los otros de palanca para forzar el cambio. Él es la gran bisagra.

Pilotarán la transición

Pepe Castro. Vicepresidente

Del Nido entregará hoy el relevo al decano de sus consejeros, en el cargo desde 1997. Miembro de la sociedad Sevillistas de Nervión, el cuerpo le pide asaltar el poder con todas sus consecuencias, pero no se atreve (aún) a desatar las hostilidades.

Ramón Rodríguez «Monchi». Director deportivo

Enterró gran parte de su prestigio cuando aceptó convertirse en un peón de Del Nido, pero ha demostrado cintura de sobra para sobrevivir en toda circunstancia. Cuando la lid esté decidida, se pondrá al servicio del vencedor y escupirá sobre el derrotado.

Manuel Vizcaíno. Director de organización

Guardián de las esencias del «delnidismo» y fiel intérprete del papel de «poli malo», lo que le ha granjeado multitud de antipatías, incluso más dentro del club que fuera. El cambio de régimen pasa, antes que nada, por su desalojo y Castro es consciente.

José María Cruz. Ex director general

Su vuelta es un secreto a voces por tratarse del único personaje de la trama realmente capacitado para dirigir la entidad. Del Nido intenta atraérselo pese a que sospecha que sus buenas maneras esconden la ambición de querer perpetuarse en el mando.