Y entonces, Ramos

El Madrid fue mejor en el primer tiempo, pero se marchó al descanso sin premio. El Barça marcó después e Iniesta cambió el ritmo. Al final, cómo no, apareció el central para empatar

Hay personas que están tocados por una luz que no tiene el resto. Gente llamada para destacar, para, en su campo, hacer lo que nadie es capaz de hacer. Personas comoSergio Ramos, un defensa excepcional, un jugador ya histórico en el Madrid por sus goles tan decisivos. Desde la semifinal de Múnich hasta el partido de ayer, la cabeza de Ramos va dejando su muesca, con una rutina que descarta ya el azar y lo convierte en un jugador excepcional con el que jugar a la ruleta rusa, a un duelo en el abismo. Sólo hay que fiarse de él, ponerle un balón más o menos bueno y dejar que embista con su cabeza, con su carácter y vaya conduciendo al Madrid hacia las cotas más altas.

Empató el equipo de Zidane en el Camp Nou, después de ser mejor en la primera parte y perder el norte en la segunda, cuando el gol de Luis Suárez y la salida al campo de Iniesta cambió el ritmo del partido. No ganó cuando más lo merecía, pero si empató cuando menos parecía que lo iba a hacer. Suma ya 33 encuentros sin perder, después de haber jugado ya en el campo del Atlético y del Barcelona y conserva su ventaja de seis puntos con los del Luis Enrique. El miércoles, contra el Dortmund, termina la primera gran etapa de montaña del Madrid de esta campaña y la acaba convencido de que es un proyecto fiable y sobre todo, muy competitivo, que se crece en los grandes momentos y que cuenta con un central que es un tesoro.

El partido fue tenso, sin apenas despistes, muy duro al principio, con los dos equipos concentrados al máximo. Se movió mejor el Madrid, con Modric como mediocentro y Casemiro en el banquillo. El croata, que otros días había estado más inseguro en esa posición, mandó y dio una lección de cómo ayudar a los suyos y evitar el fútbol del rival. El Madrid tuvo más diente que un Barcelona sin fútbol y sin saber muy bién qué tiene que hacer en estos tiempos de transición hacia otro fútbol. Los cuatro centrocampistas blancos se fueron imponiendo y la profundidad de Cristiano hacía daño al Barcelona. Lucas se movía de banda a banda para superar a Sergi Roberto y a Alba, y nada más empezar el choque, para forzar un claro penalti a Mascherano que Clos Gómez no vio.

El líder dio una imagen de madurez, de sentirse superior y de saber cómo actuar. De tener todo más claro. Fue un equipo compacto, con jugadores más fuertes que los del rival. Neymar asomaba un poco por la izquierda, pero ni Messi ni Luis Suárez no aparecían. El empate a cero del primer tiempo era un balón de oxígeno para el Barcelona.

Todo cambió en la segunda mitad. Varane hizo una falta en el lateral del área y el pase de Neymar lo remató Luis Suárez. Además, Luis Enrique dio paso a Iniesta. El Barcelona se sintió bien, por fin. Zidane quitó a Isco para dar peso al centro del campo con la presencia de Casemiro. No está en forma el brasileño, que sin embargo, salvó la última jugada despejando con la cabeza en la línea. El Barcelona vio huecos, tuvo el balón y empezó a desbordar a un rival ahora desorientado y cansado. Iniesta se movía con agilidad y pedía la pelota y Neymar volaba. Tuvo el gol para ganar el partido y mandó el balón demasiado alto. Zidane sacó a Asensio y Mariano, buscaba el modo de hacer daño y mandaba al mensaje al equipo de que había que pelear por el empate. No tenía el balón, pero le quedaba el orgullo. Si había que morir, que fuese en el área rival.

¡HASTA EL FINAL! Siempre hasta el final.
Until the final whistle. Always until the final whistle.
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