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James es todo un país
Más de 45.000 aficionados del Madrid y de Colombia asisten a la presentación del jugador. Juega «bien» por todo el centro del campo
James Rodríguez, futbolista colombiano del Real Madrid, dijo sus primeras palabras como nuevo jugador del club blanco y aseguró, durante su presentación oficial, que espera «dar muchas alegrías» al conjunto madridista.
Jorge Mendes, representante de James, se hacía fotos en el Santiago Bernabéu para recordar siempre lo que sucedió ayer, en pleno mes de julio, un día laborable en la capital de España. Ayer capital de Colombia. Más de 45.000 personas casi llenaron uno de los fondos del estadio y ambos laterales mientras el protagonista exhibía una sonrisa inocente e inesperada. Era la cara de la felicidad imposible de borrar. La trajo consigo antes de pisar el estadio y no se le fue en ningún momento. James repartía balones por todos lados a una grada que cantó el himno de la «Décima», que pidió a su jugador que besara la camiseta, lo que hizo con gusto, y después, ya en un momento de fiesta total, que bailara, pero a eso no llegó.
Desde el centro del campo, su mujer, Daniela, enseñaba espalda al mundo, deslumbrando casi tanto como su marido. Mendes observaba orgulloso; Florentino, con la cara del deber cumplido, y un vicepresidente del Mónaco hacía fotos a lo que estaba sucediendo, quizá pensando cómo se puede conseguir algo así en su club, pensando que quizá el dinero consigue jugadores, pero no el sentimiento. «Es un futbolista que seduce a todos los amantes del fútbol», aseguró el presidente del Madrid, en la presentación del palco del estadio. No cabía nadie más ayer por la tarde, en medio del calor. Los invitados y los periodistas buscaban un sitio de pie, mientras, en la grada, la gente interrumpía los discursos. «En España tienes a esta colonia, que cuenta contigo», dijo el embajador del país suramericano.
En la grada había tantas o más camisetas amarillas de la selección cuartofinalista del Mundial que camisetas blancas del Real Madrid. Desde ayer, visto lo visto en el estadio, esas dos camisetas ya son una. «Siempre has respondido, cuando te preguntaban, que soñabas con el Madrid», continuó Florentino Pérez: «El sueño acaba de comenzar». «Yo soñé siempre con estar aquí. Peleé mucho por ello, sufrí mucho», reconoció el jugador. Es un sueño colectivo de toda su familia: de su madre y de su hermana, que siempre se han decantado madridistas, y también de su mujer y de su padrastro, el hombre que le metió en el fútbol, el que le educó cuando el padre biológico de James se marchó para no volver, con él aún muy pequeño. Sueño es la palabra que más repitió el futbolista en su conferencia de prensa. «No tengo palabras para describir lo que se siente al llevar esta camiseta», dijo.
«No se hizo futbolista, nació futbolista», asegura su madre. Su carrera ha sido metórica. Con sólo 23 años, es el 10 del Madrid, después de empezar en Colombia, pasar por Argentina y saltar después a Europa, al Oporto, al Mónaco y al Madrid, que ha pagado 70 millones por él. «No me compete hablar de lo que son números. Sólo quiero ser feliz y hacer lo que hice antes, en mi club y en Colombia, sólo quiero demostrar que puedo jugar aquí, que tengo talento para hacerlo».
Dice que el Madrid es lo que siempre imaginó desde que tenía once años y en el equipo blanco, tan lejos de su país, jugaban Ronaldo y Roberto Carlos y Zidane. Como muchos otros niños de un equipo que se hizo global, James decidió que quería jugar con esa camiseta y tampoco le ha llevado mucho tiempo el conseguirlo. Ayer dio sus primeras patadas de blanco, el 1 de agosto se le acaban la vacaciones y empieza a trabajar con sus compañeros.
Fue un día largo para James y probablemente para muchos colombianos. Las televisiones conectaron en directo para transmitir sus gestos y sus palabras a todo el país. «Has devuelto la ilusión a los colombianos», le dijo una periodista de su país en la sala de Prensa, donde James se mostró humilde, dispuesto a situarse en cualquier posición que le mande Ancelotti y donde reconoció que aún no ha hablado con sus compañeros, pero que está como loco por jugar con ellos. En un bajo tono de voz, tranquilo, evitando cualquier polémica o salirse del discurso. Es un chico creyente en Dios, como reconoció, que ve que se está cumpliendo uno de sus deseos, que lo que se desea con los ojos abiertos también se puede cumplir.
Frente a la Prensa, casi a las diez de la noche, puso casi fin a un día largo (después cenó en el estadio), que empezó con el examen médico, la firma del contrato y acabó ante los periodistas. Quizá donde lo peor lo pasó fue en el palco: vestido de chaqueta, traje negro, James fue rápido y conciso. Nunca ha sido un hombre de palabras, que a él lo que le gusta es el balón, el campo, el fútbol: «Voy a dar muchas alegrías y muchos títulos. ¡Hala Madrid!», dijo brevemente, antes de bajar al césped para repartir balones, una tradición de verano para el madridismo. Una ocasión para la fiesta en una sofocante tarde de julio.
Hacía calor, pero no se notaba. Ni el calor ni el miedo sintió el niño que saltó al campo para tocar a su mito y, placado por la seguridad, se acabó llevando un balón y, lo más importante, un abrazo. En la grada, miles de colombianos se morían de envidia. James es un héroe, es un ídolo absoluto. James es del Madrid.