Copa del Rey

Fallece Di Stefano

La Unión deja de respirar

Un pasado de élite. El madridista Roberto Martínez celebra un gol al Salamanca de Jorge D'Alessandro
Un pasado de élite. El madridista Roberto Martínez celebra un gol al Salamanca de Jorge D'Alessandrolarazon

El Novelty, el mismo café de la Plaza Mayor que vio nacer a la Unión Deportiva Salamanca, fue también el sitio elegido para oficiar su funeral. A los 90 años, la Unión dejaba de respirar y sus aficionados eligieron su lugar de nacimiento para honrar sus cenizas con noventa segundos de silencio y noventa aplausos.

Ya no se escuchará más ese ¡Hala Unión! en el Helmántico. La Unión ha muerto de inanición, después de años de ruinosa gestión deportiva y económica que la llevaron hace dos temporadas a Segunda B. Sin saberlo, el club comenzó a morir a finales del siglo pasado, en la temporada 99/2000, cuando desperdició ocho puntos de ventaja y perdió el ascenso en el último momento. No hubo más oportunidades y la entidad no se recuperó de aquel golpe.

A comienzos de esta temporada se cumplían cuarenta años del primer ascenso a Primera. José Luis García Traid, el entrenador, consiguió encadenar dos ascensos seguidos para alcanzar la máxima categoría. Era 1972 y en esa década llegaron los mejores años del club. Una vez soñó incluso con disputar competiciones europeas, que en verdad sólo conocería en la ilusionante ficción del PC Fútbol. Eran los tiempos de Alves, aquel portugués que jugaba con guantes, de D'Alessandro, el portero que se dejó un riñón en San Mamés en un choque con Dani, por defender a la Unión. Los acompañaban jugadores como Rezza o el «Lobo» Diarte, futbolistas que contribuyeron a que el Salamanca fuera considerado un histórico a pesar de que acababa de llegar. Para el recuerdo quedan aquellas inolvidables porterías del Helmántico con los hierros detrás de los postes para sujetar sus redes. Su seña de identidad.

Subía y bajaba la Unión en los 80, hasta que chocó con la Segunda B. Vuelta a empezar hasta que llegaron los 90 y, otra vez, como hace cuarenta años, dos ascensos la llevaron de vuelta a Primera. Juanma Lillo era el entrenador y toda Salamanca se emociona recordando aquella promoción contra el Albacete, que había ganado 0-2 en el Helmántico. Parecía imposible el ascenso a Primera, hasta que llegó aquel cabezazo de Urzaiz que forzaba la prórroga e hizo levantarse del sofá a toda la ciudad. En el tiempo añadido llegaron tres goles más. Salamanca volvía a ser de Primera con un 0-5 a aquel Albacete que ya no era el «Queso mecánico» de Benito Floro. Fue un retorno fugaz, sólo un año, pero con promesa de vuelta. Aquel curso 97-98 del último regreso, la Unión disfrutó de goleadas para el recuerdo, como aquel 5-4 contra el Atlético el día que Vieri marcó cuatro goles para los rojiblancos. O el 1-4 del último partido del curso en el Camp Nou que sirvió para confirmar la permanencia y como homenaje a Joan Barbará, el símbolo de los últimos ascensos. En el verano del 99 volvió a Segunda para nunca regresar a Primera. No la conoció en el siglo XXI. Doce temporadas jugó en la máxima categoría.

Ayer, todo eso terminó en un juzgado de Salamanca al no poder celebrarse la junta de acreedores por falta de quórum. El Banco Popular, propietario de más del cincuenta por ciento de la deuda, no se presentó. «Hoy podemos decir que la Unión ha muerto», confirmó el administrador concursal, Máximo Mayoral. Juan José Hidalgo, antiguo propietario de la entidad, era una de las últimas posibilidades de la sociedad para vivir. «La familia Hidalgo dijo en octubre que se comprometía a aportar lo que hiciera falta hasta el 30 de junio y no ha sido así, no ha cumplido con la palabra dada. Hemos buscado otros inversores, pero los Hidalgo dijeron que se hacían cargo y han disuadido a otras personas», explica Mayoral. Mañana se subastan los bienes del club, entre ellos el estadio y los derechos federativos, la esperanza para que el fútbol siga existiendo en la ciudad. La idea de Hidalgo era comprar la plaza y refundar el club para que Salamanca continuara disfrutando de fútbol en Segunda B, pero ya ha advertido de que no está dispuesto a pagar los 500.000 euros del precio de salida. «Si quieren matarlo, que lo maten», decía. Y lo han matado. Descanse en paz la Unión Deportiva Salamanca. ¡Hala Unión!