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Opinión

El Mundial, un torneo que vende valores

Cualquiera con dinero, mucho eso sí, está en condiciones de comparar un gran evento si lo que quiere es potenciar su marca

Pistoletazo de salida al Mundial de la vergüenza. Se pueden buscar todas las justificaciones posibles y consolarse con la hipocresía que domina el mundo, pero los qataríes han comprado un evento que se vende al mejor postor.

Infantino justifica la decisión echando la vista unos cuantos siglos atrás. Maluma y compañía dicen que la historia no va con ellos y lo que quieren es divertirse y el resto apelan a que esto ya ha ocurrido varias veces. De los Juegos en la Alemania de Hitler al Mundial en la Argentina de Videla, los máximo responsables de estos eventos no han avanzado moralmente lo más mínimo y siguen priorizando llenarse los bolsillos. Unos se enriquecen y todos terminamos formando parte del circo de un deporte empeñado en defender unos valores que se venden a la primera oferta millonaria.

Cualquiera con dinero, mucho eso sí, está en disposición de comprar un evento si quiere potenciar su marca, independientemente del respeto que tenga por las libertades o los derechos humanos. Putin compró el Mundial en 2018 igual que Rubiales vendió a Arabia Saudí, Piqué mediante, la Supercopa. Es todo vomitivo, pero salvo que uno se niegue a ser participe a su manera, sin consumir nada de este Mundial, todos participamos. Luego cerrarán estadios porque se insulte a un jugador o se harán anuncios protagonizados por futbolistas portando la bandera del no al racismo, pero de los trabajadores que se han dejado la vida construyendo los estadios y trabajando en condiciones infrahumanas, ni media palabra. Menuda panda de hipócritas. Racismo no, salvo que tu chequera sea muy grande.

Asumiendo una realidad tan cruda, resulta insultante escuchar los argumentos que utilizan para justificarse. Veré el Mundial, seré cómplice, pero todo huele a una corrupción putrefacta.