Octavos de final

Mundial de Qatar 2022. Marruecos-España Los penaltis vuelven a señalar el camino de vuelta

Vuelve a caer en la tanda definitiva, como le ha sucedido en los últimos tres grandes torneos. No marcó ningún lanzamiento tras empatar (0-0) con Marruecos

Pablo Sarabia entró en el campo en el minuto 118 para lanzar uno de los penaltis de la tanda que se les echaba encima a España y a Marruecos. Eran sus primeros minutos en el Mundial, escasos, pero valiosos antes de los lanzamientos que estuvo a punto de evitar con un remate que despejó el poste. Tenía una misión y, como suele suceder, fue el primero en fallar, pero no el culpable de la eliminación de España. La responsabilidad es solidaria. Ninguno de los tres lanzadores de la Roja marcó en su turno: Sarabia lo tiró al poste y Bono detuvo los penaltis lanzados por Carlos Soler y por Busquets. Ni siquiera pudieron aprovechar la parada de Unai Simón a Benoun en el tercer turno. Marruecos había repetido la misma estrategia con él que Luis Enrique con Sarabia. Y como el delantero del PSG, falló. Fue el único. Sus compañeros hicieron irrelevante su fallo. Saribi primero; Ziyech, después y remató Achraf con un lanzamiento a lo Panenka.

No habrá más Mundial para España, a la que le cuesta resolver las eliminatorias en los grandes campeonatos. Los equipos la esperan en el fondo hasta convertirse en un frontón. Y los partidos se convierten en un ejercicio de paciencia y de precisión.

No resultó sencillo para la Roja superar las dos líneas defensivas de Marruecos que quedaban por detrás de En Nesyri. Una de cinco y otra de cuatro que obligaban a la selección a abusar del pase horizontal para mantener la posesión a la espera de encontrar un agujero por el que poder entrar. Y cuando lo hizo fue por sorpresa por algún despiste en la salida de balón.

El partido exigía de la Roja un esfuerzo máximo en los terrenos que menos domina, en el choque y en la velocidad. Y en ese terreno el que mejor se mueve es Gavi. El pequeño centrocampista del Barcelona es capaz de adaptarse a cualquier tipo de partido. Si hay que jugar se juega; si hay que chocar, se choca y si hay que pegar, se pega. Además, es el que tiene más movilidad para intentar romper esas dos líneas marroquíes que protegían a Bono. Ya sucedió contra Japón. Pero España se quedó sin él poco después de la hora de partido. Con Carlos Soler la Roja ganaba llegada y remate. Y un buen golpeo en el balón parado que estuvo cerca de resolver el partido antes del minuto 90. Puso la pelota en la cabeza de Morata, pero el «7» de España no la vio venir bien y su remate salió por encima del larguero.

Los cambios de España funcionaban, aunque Luis Enrique hubiera sacrificado a Gavi y a Marco Asensio. A Morata y a Soler se les añadió Nico Williams en lugar de Ferran Torres y la Roja ganó agilidad por la banda derecha. El pequeño de los Williams se entiende con Morata y le entregó un balón en el área a la espalda de la defensa marroquí que no terminó en gol porque el delantero se había quedado sin ángulo para el remate.

La pelota parada y el cansancio del rival eran las armas de España en el segundo tramo del partido. Dani Olmo utilizó la estrategia para hacer trabajar a Bono en dos ocasiones.

El esfuerzo físico a que obliga el repliegue de Marruecos hizo que Regragui, el seleccionador, retirara a Boufal, agotado, y a En Nesyri. Boufal destrozó por su banda a Marcos Llorente en la primera mitad. Luis Enrique había confiado en él por su velocidad y su capacidad de ida y vuelta, confiando en que Marruecos no pudiera coger la espalda a la defensa española. No recurrió a los pelotazos largos para sorprender a la defensa española. Era en el uno contra uno donde sufría el lateral español, que se estrenaba en este Mundial. En lugar de En Nesyri entró Cheddira y estuvo cerca de mandar a España a casa antes de los penaltis. Primero, por la buena respuesta de Laporte, que regresó a tiempo de evitar su remate cuando ya estaba preparado para ello, y porque el árbitro pitó fuera de juego. Después Unai Simón sacó los pies para evitar el gol.

Sólo quedaba hueco para los penaltis. El mismo punto desde el que España se ha despedido en los últimos tres campeonatos, dos Mundiales y una Europa. «No es una lotería», dice Luis Enrique. Las estadísticas lo demuestran y España vuelve a llorar después de la tanda.