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Semifinales

El Mundial ya ha cambiado algo en Marruecos

El éxito del equipo magrebí es el de la «diáspora marroquí» y está fomentando unos avances sociales inéditos

Las mujeres ocupan también los cafés en Rabat celebrando los éxitos de la selección marroquí
Las mujeres ocupan también los cafés en Rabat celebrando los éxitos de la selección marroquíMosa'ab ElshamyAgencia AP

«Nunca he visto a los marroquíes tan felices como hoy», asegura el escritor Nabil Driouch. «Es histórico lo que estamos viviendo en esta Copa del Mundo. No lo esperábamos. Nos han instalado la sonrisa de manera permanente en el rostro», asevera a LA RAZÓN desde Tánger el especialista en relaciones hispano-marroquíes en la resaca de la victoria del combinado marroquí en los cuartos contra Portugal. En el día después del éxtasis, de un sábado de gloria que ya ha entrado en la historia de la nación norteafricana, mientras siguen celebrando y los cláxones y las vuvuzelas sonando en la calle, los marroquíes asimilan y reflexionan sobre las claves del buen hacer de los «Leones del Atlas» y la trascendencia del pase a semifinales del Mundial.

Mucho se hace hincapié en el hecho de que nunca un equipo magrebí, árabe o africano había llegado a las semifinales de una Copa del Mundo. Identidades que se conjugan desacomplejadamente, de igual a igual, sin jerarquías, como se reivindica lo popular, lo urbano y lo rural, lo bereber y lo arabizado, las gentes de las viejas tierras siba y las majzenianas. Todo ello, aunque la relación con el Viejo Continente no esté exenta de tensiones y complejidades, sin olvidar el componente europeo de la identidad marroquí, como el de muchos de los jugadores del equipo rojo y verde. «Marruecos es un árbol cuyas raíces se hunden en África y que respira por sus hojas en Europa», que dijo el rey Hassán II.

No en vano, como destaca el sociólogo y urbanista Mustafa Akalay, esta selección que «cohesiona e ilusiona» es la de la «diáspora marroquí» en Europa. «Son hijos de marroquíes cuyos padres tuvieron que expatriarse para dignificar su vida y dieron valores a estos grandes deportistas que juegan en equipos europeos. No lo olvidemos: la emigración es positiva tanto para las sociedades de acogida como las de origen», explica a LA RAZÓN el también hispanista y docente en la Universidad Privada de Fez. «La imagen que lo representa es el abrazo y el beso de la madre de [jugador marroquí] Achraf Hakimi a su hijo, emigrantes en España, gentes muy humildes», continúa el escritor tangerino.

Además, el profesor Akalay pone el foco en los avances sociales que la celebración colectiva está poniendo de relieve: «La mujer marroquí se incorpora al espacio público de los cafés. En Fez, en establecimientos a rebosar, he visto a rebosar madres y abuelas, viviendo y disfrutando con sus hijas y nietas el momento. Algo casi inédito; memorable para todos».

Driouch destaca que «de toda esta increíble historia de éxito podemos extraer como conclusión que nada es imposible, por lo que Walid Regragui y sus chicos nos han dado una lección a todos nosotros como pueblo y también al mundo entero». Desde el otro lado del Atlántico, el consejero diplomático marroquí en Washington Samir Bennis se acuerda de España, víctima de los «Leones del Atlas», con un mensaje de concordia: «Estoy muy contento de los mensajes de alegría que he recibido desde España, que para muchos marroquíes es nuestro segundo país. Recordemos cómo se celebró en las calles de las ciudades de Marruecos la victoria de España en el Mundial de Sudáfrica. Somos vecinos ligados por intereses, geografía y sentimientos. Que no se olvide en el futuro que tenemos que seguir conviviendo».

Con todo, la calle que hoy ríe y celebra es consciente de que la vida sigue con sus estrecheces y dificultades. El pase a semifinales no servirá para crear más puestos de trabajo ni mejorará las condiciones de vida de mis vecinos. De alguna manera el éxito deportivo de la agradecida diáspora es también la realidad cruda de millones de marroquíes obligados a buscarse la vida fuera. Pero el sueño continúa. Un sueño del que Marruecos no quiere despertar aún. En el ambiente flota la esperanza en que haya algo de fundacional para el conjunto del país a raíz del Mundial, el de la reivindicación popular, interclasista y transversal de las gentes de Marruecos. «Este campeonato ha cambiado algo en este país para siempre”, insiste Driouch. Inshallah.