Copa Confederaciones

Perder para seguir ganando

Los internacionales españoles, desolados tras la derrota ante Brasil en el césped de Maracaná
Los internacionales españoles, desolados tras la derrota ante Brasil en el césped de Maracanálarazon

Varios trabajadores del aeropuerto esperaban a Vicente del Bosque al pisar suelo español para fotografiarse con él. La Selección ha perdido un torneo, pero no lo ha perdido todo. Detrás quedan cinco años de éxitos y la esperanza de sumar alguno más. «De vez en cuando es conveniente perder para no creernos invencibles», reconocía el seleccionador después de la derrota ante Brasil. Perder una vez para seguir ganando, que los futbolistas recuerden una sensación olvidada para que deseen con todas sus fuerzas no volver a sentirla. «La afición debe sentirse orgullosa de nuestros jugadores, no es momento de la crítica, sino del halago hacia ellos. Hay que quedarse con lo bueno, aceptar la derrota, no con conformismo pero sí recordar que tenemos grandes jugadores y un estilo bonito», insiste el seleccionador.

«Cuando ganas mucho, estás más cerca de perder». La frase de Andrés Iniesta antes del comienzo del torneo era algo más que una premonición. España lo ha ganado todo, pero sigue pendiente la Copa Confederaciones. La Selección ha construido su leyenda a fuerza de fijarse barreras que había que superar. La próxima es el Mundial, el próximo verano, porque los internacionales no han perdido la fe. «Se podrán decir muchas cosas, pero esta Selección la formamos un grupo de jugadores de los que no se puede dudar. Los títulos hablan por sí solos y pronto tendremos la oportunidad de demostrarlo en un Mundial», advierte Piqué. «Volveremos. Sé que ahora llegarán críticas duras, pero las asumo», afirma Ramos. «Sabemos que en el fútbol de nada vale el pasado. Lo asumimos», añade el central madridista, uno de los más destacados del equipo durante la Confederaciones. Su peor partido llegó en la final, incluido el fallo en el lanzamiento de penalti, pero demostró una vez más que un error no puede con su personalidad. Falló en la tanda de penaltis en la semifinal de la Liga de Campeones contra el Bayern de Múnich la temporada pasada, pero eso no le impidió atreverse desde los once metros en la tanda contra Portugal en la semifinal de la Eurocopa y contra Italia en la Copa Confederaciones.

España ha perdido su segundo campeonato en cinco años, el menor de todos, pero se marcha con algunas enseñanzas del torneo. La semifinal contra Italia y la final contra Brasil han servido para que Del Bosque compruebe que el doble pivote por el que tantas veces fue atacado, es necesario especialmente en algunas ocasiones. Contra rivales grandes como Italia y Brasil, España perdió su principal arma, que es el control en el centro del campo. Ante enemigos más poderosos físicamente, la estrategia de España siempre ha sido cansarlos corriendo detrás del balón. Aunque en las dos ocasiones «La Roja» ha tenido más posesión de la pelota, eso no ha funcionado contra Italia ni contra Brasil. Los italianos acumularon gente en el centro del campo para eliminar la superioridad española, que no era tan apabullante como en otras ocasiones. En la Eurocopa, contra el mismo rival, España jugó con dos mediocentros, Busquets y Xabi Alonso, y Cesc como falso nueve, que es otro futbolista que baja al centro del campo para colaborar en la elaboración. Además, la presión de Brasil en la final fue asfixiante. Y más angustiosa aún por las carencias físicas de Xavi. El centrocampista del Barcelona es el estilo de España, pero necesita más protección ahora que el físico le puede. Ya acabó la temporada en el Barcelona con muy pocas energías y midiendo los esfuerzos.

«La derrota sirve de experiencia para saber lo que nos vamos a encontrar en la Copa del Mundo», reconoce Casillas. Igual que sucedió en Suráfrica hace cuatro años. Aunque entonces, la derrota llegara de otra manera, ante un rival que nunca fue mejor. Brasil, sin embargo, pasó por encima de España. Ahora, la Selección vuelve a tener un reto que superar, una barrera que vencer. Tiene el hambre intacta y las derrotas duelen más por la falta de costumbre. Por eso, desde la noche del domingo, los internacionales empezaron a pensar en la revancha.