Balón de Oro

«Que lo fiche ya»

Manzano pidió el fichaje de Courtois nada más ver los primeros vídeos

«Que lo fiche ya»
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MADRID- «Dile a Caminero que lo fiche ya». Joan Mesquida era el preparador de porteros de Gregorio Manzano en la temporada 2011/2012, cuando era el entrenador del Atlético. Al club habían llegado unos vídeos y Caminero, el director deportivo, se los pasó al entrenador. «Yo los vi con Joan [Mesquida] y no tardó ni una hora en decir que había que ficharlo», recuerda Manzano. Courtois era apenas un niño de 18 años que se había asomado en Bélgica al fútbol de élite, «con muy buenas cualidades, a esa edad sólo tenía que mejorar el juego con los pies», relata el ex entrenador rojiblanco. Pero el Chelsea fue más rápido en la negociación con el Genk, pagó los cinco millones de euros del traspaso y su siguiente preocupación fue buscarle un equipo en el que pudiera seguir progresando. Y ahí, volvió a aparecer el Atlético, de donde no se ha movido en los últimos tres años.

«Era tímido», dice Manzano. En el campo y fuera, pero no tardó en adaptarse. «En su casa se chapurreaba el español, porque su madre había jugado aquí al voleibol», afirma Goyo. El idioma no le costó mucho y ganarse la confianza de sus compañeros y del entrenador, tampoco. «De Gea se había marchado, a Asenjo lo teníamos lesionado hasta septiembre. Sólo nos quedaba Joel», rememora el primer entrenador de Courtois en España. «Necesitábamos un portero para las eliminatorias previas de la UEFA». Joel jugó contra el Stromgodset. En la siguiente eliminatoria, contra el Vitoria de Guimaraes, Courtois tuvo su oportunidad. «La única manera de ganar experiencia es competir y había que hacer competir a Courtois», cuenta Manzano. El Atlético ganó 0-4 y ya nadie se atrevió a moverlo de la portería.

El cuerpo técnico rojiblanco se dio cuenta de que tenía más nivel que Joel. «Destacaba por su serenidad y su colocación. Era muy ágil para su estatura, incluso por abajo. Pero lo mejor era su colocación en la portería y que era un chico muy centrado, muy sereno. Su altura condicionaba las jugadas de estrategia de los contrarios», añade Manzano.

El único problema, quizá, era su timidez. «Era muy prudente, reservado, introvertido». Pero eso no tiene por qué ser malo para un portero, que vive en la soledad del área. Sin que pasara mucho tiempo, empezó a mandar. «Cuando llegó era joven, era extranjero, tenía la dificultad del idioma», dice su ex técnico. Pero esos inconvenientes los fue superando poco a poco. «Los defensas vieron que era un gran portero. Estaban seguros con él y eso es fundamental para progresar». En estas tres temporadas no ha dejado de hacerlo, hasta convertirse en uno de los mejores del mundo. Mesquida y Manzano no se equivocaban.