«¿Queda alguien en Madrid?»

Unos 200 aficionados acudieron ayer a la Ciudad Deportiva de Valdebebas para despedir al Real Madrid, que partía rumbo al aeropuerto para volar a Lisboa. «Venimos a decirles adiós aquí y después no les dejaremos solos», gritaba un aficionado después de que se marchara el autobús. Por aquello de la superstición, el conjunto de Carlo Ancelotti viajará al completo, lesionados y sancionados incluidos, con la misma tripulación que los llevó a Múnich en semifinales. Mientras, el Atlético también repitió la rutina del año pasado en Copa, donde derrotó precisamente al Real Madrid, y se concentró en Los Ángeles de San Rafael. «Ganará el que pueda alejarse del ruido externo que rodea este partido», analizó Simeone para la web de la UEFA.

Algunos curiosos había en Segovia para dar el último aliento a los rojiblancos y unas dos centenas en Madrid con el Real. La cifra se multiplicará este fin de semana por mucho. Hasta 70.000 aficionados llegarán a la capital de Portugal, que por un día será también la capital de España. A cada equipo le correspondieron 16.790 localidades, pero irán muchos más sin entrada para estar cerca de los suyos y pese a que no se pondrán pantallas gigantes en Lisboa, pues el Ayuntamiento ha hecho caso finalmente a la recomendación de la UEFA, que lo desaconsejaba.

Los más previsores y los que más fe tenían en sus equipos ya están allí, porque se adelantaron para pedir días libres en el trabajo, pero la gran marabunta llegará hoy. Algunos lo harán por aire. Los aviones se sucedieron a lo largo del día. Casi todos procedían de Madrid, pero también del resto de España. «Hay más movimiento que cuando se celebró la Expo, en 1998», decían los medios de comunicación portugueses. Los telediarios dedican casi todo su espacio a hablar de la primera final de la Liga de Campeones que enfrentará a dos rivales de la misma ciudad. Es un gran acontecimiento allí, donde el fútbol es el deporte principal. «La mayoría de los portugueses van con el Real Madrid... Bueno, con Cristiano Ronaldo. Su presencia hace que el interés sea todavía mayor. Va a ser un momento emocionante», afirma Rui Pajares, portugués que vive en un pueblo cerca de la costa, pero que va todos los días a trabajar a Lisboa.

La cercanía entre las ciudades hará que la gran mayoría viaje hoy por tren (Renfe ha puesto servicios especiales de día y de noche); y todavía muchos más lo harán por carretera. «Ya está llegando gente y se están produciendo los primeros atascos. Se nota. Mañana [por hoy] será peor. ¿Queda alguien en España?», continúa Rui. La A5 será tomada y desde Portugal aconsejan a los seguidores que adelanten su viaje para evitar las montoneras en la entrada a la capital lusa. Se prevé que se desplacen unos 15.000 vehículos en total y habrá un dispositivo de 300 agentes y dos helicópteros de la DGT. En España se ha programado todo para que los autobuses de las aficiones rivales (unos 400) hagan paradas en sitios diferentes y no coincidan. Las gasolineras, sobre todo en Extremadura, la última comunidad de España antes de pasar a Portugal, se han llenado de bufandas, mecheros y camisetas de los dos equipos para tratar de hacer el agosto en mayo. La gasolina es más barata aquí y muchos apurarán ahí para ahorrar. También gran cantidad de seguidores dormirán en los últimos pueblos de la piel de toro. En Lisboa el precio de los hoteles se ha disparado hasta en un 300 por ciento, pero incluso así se han agotado las plazas.

Una de las opciones ha sido la de alquilar un microbús entre varios seguidores que los lleve y los traiga, o ir en caravana y pasar la noche en los campings. Algunos de ellos estarán cerca de las «fan zone» de los dos equipos. Las peñas han puesto autobuses a un precio asequible, entre 25 y 40 euros ida y vuelta. Muchos de ellos irán y volverán en el día. Una paliza que merecerá la pena, sobre todo para el ganador.

La gran expectación que ha despertado el encuentro se notará también en el palco. Sus Majestades los Reyes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; el ex presidente Aznar, Ana Botella, Ignacio González, Esperanza Aguirre...