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Fútbol

Real Madrid - Rayo Vallecano (0-0). Sin pólvora en el Bernabéu

El Real Madrid empató a cero contra el Rayo Vallecano en un encuentro en el que le faltó fútbol en el área rival

Real Madrid - Rayo Vallecano. En la imagen, Vinicius Jesus G. FeriaPHOTOGRAPHERS

Lo intentó el Real Madrid contra el Rayo, pero puede que no lo intentara lo suficiente o no con la destreza que debería. Tras la victoria en Montjuic contra el Barcelona, el Real Madrid se quedó sin pólvora en el día más inesperado y desinfla un poco la ilusión con la que volvió del Clásico. El fútbol es así de extraño: un día eres el más efectivo y otro día no encuentras de ninguna manera el camino hacia la portería y vuelves a hacerte una pregunta que se va a repetir cada vez que suceda algo como en este encuentro. ¿Tiene el Madrid suficiente artillería?

Con Joselu y Vinicius al principio, y Rodrygo junto a ellos al final no hubo manera para el equipo de Carlo Ancelotti, más o menos bien hasta que llegaba al área. Ahí se le apagaban las luces y no consiguió que su dominio total del choque se convirtieran en un asedio real hacia la portería rival. No apareció en esa zona Bellingham y el Real Madrid se dio cuenta de lo peligroso que es depender sólo de su goles. Bellingham, sin tantos, fue de los mejor del equipo, porque es un estilista con cuerpo de atleta. Se mueve con sutilidad en la zona más peligrosa del campo. Es un jugador que puede jugar en casi todas las zonas de ataque y por eso aparece de lado a lado de la zona frontal. Y después, como ha quedado demostrado en este comienzo de campeonato. en el área. Contra el Rayo, no. Y, en parte, por eso, no fue capaz de ganar el Real Madrid.

Decía Ancelotti el sábado que estaba convencido de que Rodrygo y Vinicius iban a meter más goles que Bellingham y Joselu. Lo decía porque le preguntaron y le preguntaron porque se tienen dudas. Puede que sea una apuesta arriesgada la del italiano. Joselu fue titular contra el Rayo y se marchó del campo sin apenas dejar nada. Es un futbolista de remates y no coleccionó casi ninguno interesante.

Rodrygo salió después, cuando Ancelotti pobló más el ataque y tuvo un par de buenos arranques, pero acabaron en nada por muy poco. Y Vinicius ha perdido la constancia que tenía antes. Le cuesta entrar en los partidos. Le sucedió en Barcelona y también en el Bernabéu. Lleva unos días en que es un futbolista más de instantes que de juego continuo y el equipo blanco echa de menos esa presencia tan decisiva en el área contraria. Siempre ha sido un futbolista con los nervios a punto, porque en eso basa su estilo. Ahora no siempre le hace bien.

El Rayo Vallecano no tuvo ningún problema en darle al Real Madrid el balón, el campo y esperar muy ordenado y sin ningún tipo. El equipo blanco también arrancó sin urgencias, un poco al trote. Es un equipo al que le cuesta ponerse en marcha y contra el Rayo casi nunca alcanzó velocidad punta. Ni siquiera al final, cuando tenía que morir en el intento. Fue un ataque más desordenado y desesperado que volcánico. El tiempo agobió al equipo de Ancelotti y no supo resolver la encrucijada de nervios y jugadas que no salen. Había siempre un centímetro de más, un toque un pelín más fuerte o un jugador rival. La posesión no le sirvió para nada al que ya no es el líder de LaLiga.

El Real Madrid, peor en la segunda parte

Tuvo sus buenos momentos en la primera parte, donde si el fútbol fuese un asunto de justicia, se habría ido con el marcador a favor. Jugó muy cerca del área rival, con muchas apariciones de Bellingham por la media punta y con Modric y Camavinga dirigiendo al equipo. Dio la impresión de que el equipo blanco creía que iba a poder resolve el choque sin excesivos problemas y sin acelerar más de lo necesario. El Rayo era un espectador defensivo, con un poco de suerte y mucha paciencia.

Mejoró el equipo de Vallecas en la segunda parte y las prisas empeoraron al Madrid. Ancelotti hizo los cambios previstos y el equipo se decidió por las prisas. Fue inteligente el Rayo en ese momento, porque tuvo algo más el balón y no se desordenó pese a que durante algunos instantes el Madrid embistió. Pero no fue con la confianza de otras veces. No había recargado la pólvora.

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