Historias del balón
El rocambolesco secuestro de Di Stéfano en Venezuela por un guerrillero hijo de republicanos españoles
Paúl Del Río, hijo de republicanos españoles, fue el hombre que bajo el seudónimo de Máximo Canales lideró el comando guerrillero que en 1963 secuestró al astro del Real Madrid en Caracas.
En las memorias de Alfredo Di Stéfano quedó grabado con tinta el temor que la Saeta Rubia vivió en aquel 1963, cuando un grupo de guerrilleros lo secuestró: “Los tres días me parecieron tres años y ahora, cada vez que veo un secuestro, pienso en lo que me pasó”, afirmaba el histórico futbolista blanco.
Lo que para el futbol quedó en una anécdota, para el laureado futbolista fue uno de los momentos más angustiosos de su vida, al menos en los primeros instantes. Era un 24 de agosto de 1963, hace ahora 58 años. El Real Madrid participaba en Caracas en un torneo intercontinental de verano. Con el club viajaba su estrella, Alfredo Di Stéfano, La saeta rubia, el mejor jugador del mundo del momento. El presidente de Venezuela era en aquella época Rómulo Betancourt, cuyos problemas con la guerrilla y otros grupos paramilitares eran bien conocidos.
Mientras la estrella merengue dormía en el hotel Potomac de Caracas, ciudad en la que se encontraba concentrado el cuadro merengue de cara a una serie de partidos en Sudamérica (contra Oporto, Sao Paulo y Millonarios), el timbre del teléfono le despertó poco antes de las seis de la mañana. La recepción informó al futbolista que unos policías lo buscaban, en realidad se trataba de una trampa liderada por Paúl Del Río, hijo de republicanos españoles, que bajo el seudónimo de Máximo Canales lideró el comando que llevó a cabo el rapto.
El secuestrador, hijo de españoles
Poco después, en la puerta de su habitación aparecieron unos jóvenes que se identificaron como miembros de la Policía Técnica Judicial y querían interrogarlo por un incidente de tráfico. Tras una serie de preguntas, Di Stéfano fue llevado a un automóvil. Dentro del vehículo, uno de los supuestos policías le confesó que eran parte del grupo guerrillero Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Venezuela (FALN) y que se trataba de un secuestro. Este hombre respondía al nombre de Máximo Canales, fallecido en abril de 2015. A partir de aquí comenzó el baile: le vendaron los ojos y lo fueron trasladando de un lugar a otro.
El futbolista argentino llegó a jugar al dominó y vio carreras de caballos con sus secuestradores mientras el tiempo pasaba. Según relató en sus memorias, solo le preocupó su familia. “¿Qué pensaría su esposa Sara, en Madrid? ¿Y los chicos? Recordó de pronto que, al día siguiente, uno de ellos cumplía años. En sus muchos años de viajar por el mundo detrás de la pelota de cuero, nunca se había olvidado de llamarlos por teléfono o ponerles un telegrama. Para aplacar sus nervios, jugó a las damas, a los naipes o al dominó”.
Desde el principio, los guerrilleros dejaron claro a Di Stéfano que no le harían daño y sólo querían publicidad. “No se pidió dinero por el rescate”, recordó Del Río años después. “Lo secuestramos basándonos en su fama. Eso nos ayudaba a obtener nuestros fines por su prestigio y la fama del Real Madrid”.
España, en vilo
Tras darse a conocer el secuestro por las radios venezolanas, el nerviosismo se apoderó del club merengue, cuya medida de precaución fue salir del hotel y hospedarse en la embajada de España, aunque por órdenes de Santiago Bernabéu no se suspendió el primer partido, que fue ante el Oporto. España se mantuvo en vilo durante tres angustiosos días.
Los secuestradores lo llevaron primero a un apartamento, luego a una casa de campo y finalmente a un piso por el centro de la ciudad. En esos tres días, las FALN consiguen ser conocidos en todo el mundo. Había sido su mejor publicidad. Di Stéfano fue liberado a las 2:45 de la tarde del lunes 26 de agosto de 1963. Sus captores lo llevaron hasta la avenida Libertador y le dejaron instrucciones para que tomara un taxi hasta la embajada de España. La historia copó las portadas de todos los diarios.
El mismo día de su liberación, el Real Madrid tenía un partido ante el Sao Paulo. Santiago Bernabéu le pidió que jugara para demostrar al mundo su fortaleza. La Saeta lo hizo pero solo en el primer tiempo.
Terminada la gira, volvió a España junto con el equipo y al bajar del avión se reunió con su esposa e hijos, para dar fin a una de las experiencias más extrañas en la vida de uno de los mejores futbolistas de la historia.
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