Fútbol
Real Madrid-Mallorca (6-1): El entrenador que te desenfade...
Fantástico partido del equipo de Ancelotti, con Benzema, que sigue de dulce, autor de dos goles, y la reivindicación de Asensio con su hat trick. Fue una fiesta con muchísimos jóvenes
«No soy un mago», dice Ancelotti cuando le preguntan por el cambio de Vinicius de una temporada a otra, para explicar que hay otras razones de su nueva personalidad, pero no va a colar esa respuesta con Asensio. El martes era un hombre enfadado con el mundo, porque, como le sucede a casi todos los futbolistas, pensaba que el mundo le debía algo, y cerró la noche del miércoles con una felicidad que no saboreaba desde hace mucho, con sus goles para sumar estadísticas y su nueva posición de media punta en ataque y centrocampista en defensa, que si la maneja bien, que si se la cree y ve la luz puede cambiarle una carrera que estaba empezando a amargarse. Hizo el primer gol al Mallorca por oportunista, por continuar una jugada y aprovechar un rebote loco; hizo el segundo por su potencia y marcó el tercero, ya en la segunda parte, de tiro de lejos, por fin. Era una de sus virtudes cuando parecía que a Marco Asensio se le iba a quedar pequeño el planeta, cuando su proyección no tenía techo, pero apenas le salía en esa época (hasta el martes) de tristeza y esperanzas que no se cumplían. Con Asensio y con Benzema, porque siempre está Karim, a la cabeza, se divirtió el Real Madrid contra el Mallorca y sigue líder de LaLiga y con unas perspectivas inmejorables: tiene plantilla para hacer rotaciones y resolver también los partidos entre semana y a deshora.
Las llegadas de Asensio desde atrás abrieron un boquete en la defensa de Mallorca. Bueno, hicieron más grande el que ya había abierto Gayá, el joven futbolista del equipo mallorquín, que se irá con recuerdo agridulce de su estrena en el Bernabéu. Debió ser el primer balón que tocó, cuando se cayó al suelo y se le escapó la pelota. Y hacer eso delante de este Benzema es como ponerse una pistola con todas las balas cargadas. No hay ahora mismo en LaLiga un delantero tan resolutivo como el francés. Ya, él solo, se basta para hacer daño a cualquier equipo, así que darle regalos es darle la llave de tu casa. Benzema marcó cuando el partido apenas estaba empezando y eso pesó durante el resto del choque.
Bien para el Madrid, que está en un momento que necesita muy poco para entusiasmarse. Con un once con una media de edad por debajo de 25 años, con rotaciones, que es un sinónimo de oportunidad, el grupo de Ancelotti se sintió con el gol como en ese momento de las bodas en las que se abre la barra libre. Había empezado la fiesta.
El entrenador italiano había anunciado rotaciones y las llevó a cabo. La primera en la banda derecha, donde más que una rotación, tomó una decisión de calado: dejó a Lucas Vázquez en el banquillo y puso a Nacho. El error del extremo reconvertido en defensa en Valencia le puede pasar factura. Miguel ocupó la banda izquierda con su solvencia habitual. Lo ilusionante para el madridismo, sin embargo, estaba delante. Camavinga jugó el partido como si fuera Casemiro, Asensio se situó algo adelantado y Rodrygo tomó la banda derecha por delante de Hazard. Es de explosión más lenta que Vinicius, pero es un futbolista que en alguna de sus decisiones parece más maduro. Eso juega a su favor muchas veces, pero es que la «inconsciencia» de Vini es una bendición. Ve cuatro jugadores rodeándole y va a por ellos con la fe de quien cree en lo imposible. Esa jugada acabó en un ataque del Madrid, porque Vini puede con todo.
Rodrygo dejó sus carreras por la bandas en las que fue inalcanzable y una habilidad para ocupar todas las zonas de ataque. Camavinga jugó sesenta minutos llenos de dinamismo. Tiene al Bernabéu enamorado porque hace muchas cosas y a mucha velocidad. Ese fue el espíritu del equipo, lanzado, con ganas de correr y demostrar a la afición y al entrenador que sirven para cualquier batalla. Cuando se fue, salió al campo Blanco. La apuesta de Ancelotti era total.
Y ahora conviene apostar por él, porque si no es un mago lo parece. Ha transformado un equipo que el año pasado lo hizo bien, pero no se quitó la cara de agobio casi nunca. Contra el Mallorca marcó hasta Isco.
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