Fútbol
Real Madrid-Sevilla (2-1): Vinicius quiere la gloria
Un golazo del brasileño al final del partido dio la victoria al Real Madrid contra un Sevilla que se fue desinflando
No había explotado el Madrid a Vinicius contra el Sevilla porque no le encontraba al espacio. Tan académico y ordenado el Sevilla, cerraba bien la bandas y resultaba que el jugador de banda más peligroso de los de Ancelotti era Mendy, que hacía ruletas a lo Zidane en el centro del campo y buscaba abrir puertas por la izquierda. Con Carvajal más fallón que otros días y con Asensio más cerca de buscar el remate que de entrar por la banda, el Madrid, como suele hacer, se volcaba en la izquierda, pero no en Mendy, no en Vini. Con todo lo que eso significa.
Pero no hay jugador en esta Liga más peligroso, seguro que no hay futbolista sobre el que los entrenadores rivales piden más cuidado a sus defensas. Que no suban, les dirán, no te despistes, que no reciba en carrera, si corre, al suelo. Y en eso estaba Montiel, principalmente, y sus compañeros. Nada, no pudieron con él. Creían que sí, pero no. Vinicius lo había intentado como siempre, pero sin el éxito de siempre. Hasta que le salió, hizo un par de regates hacia dentro y pegó un trallazo, como se decía antes, desde lejos, fuerte y colocado, al final del choque. Un golazo determinante en un partido determinante. Un gol que vale para decir muchas cosas del presente campeonato.
El Sevilla va a ser un rival por el título como demostró en el Bernabéu, pero Vinicius se encargó de ganar la primera batalla porque para eso están los jugadores grandes y ya nadie puede dudar de que Vini lo es. El Santiago Bernabéu ya le adora, con lo que dudó de él, ahora se ha entregado a su fútbol y confía en él más que nadie para seguir mandando en la clasificación de LaLiga.
Porque ha llegado la hora de las batallas duras y hay que sacarlos como sea, como hicieron los de Ancelotti agarrados a Vinicius y a un final de partido que dice mucho del carácter y de las ganas del equipo. Se fue arriba, con la energía que no había tenido antes y con la ambición de quien sabe que estaba en un momento decisivo. Ancelotti quitó a Modric y Asensio para sacar a Valverde y Camavinga porque quería un esprint final con pulmones llenos y futbolistas revolucionados. Si en otras ocasiones el entrenador italiano ha sido criticado por sus cambios, contra el Sevilla acertó. Cambió la cara del choque y el resultado. La victoria del Madrid le da un chute de moral para enfrentarse contras los siguienes púgiles más duros del campeonato.
Fue el Sevilla un equipo académico que casi siempre supo lo que hacer. Otra cosa es que se equivoque, como hizo su portero en el gol del empate blanco, tras un tiro lejano de Militao, que propició el empate del Madrid cuando más oscuro lo veía en la primera mitad. Sin espacios, los tiros de lejos fueron la mejor arma de los de Ancelotti para meterse en el partido y hacer dudar al rival. Lo consiguió y salió, al final un partido competido, de dos equipos dispuestos a todo, aunque escaso de ocasiones. El empate refleja lo que sucedió en el campo. El Sevilla fue mejor durante la primera mitad y tuvo ocasiones para aumentar su ventaja, pero la energía del Real Madrid le dio más opciones según pasaban los minutos. Los blancos se manejan mejor en partidos así, tienen experiencia para saber medir sus tiempos. Si no les va bien, son conservadores y se juntan atrás. Hay que aguantar y esperar, que llegarán las ocasiones.
Golpeó primero el Sevilla, en un remate de Rafa Mir, casi sin saltar del suelo y, asombrosamente, solo en una jugada a balón parado. Un error defensivo de un equipo que ha empezado a mejorar y mucho en esa faceta. Ancelotti ha asegurado que trabaja mucho esa zona y se notó el resto del choque. No en esa jugada inexplicable. El Sevilla se situó mejor en el campo y con la pelota manejó el tiempo del partido, ya que manejaba el marcador. Mezclaba jugadas largas con balones largos a Mir y al Madrid le costaba encontrar el punto del partido. Pero, en los últimos tiempos, no sabe el Sevilla rematar al rival en el Bernabéu. La tuvo, pero Courtois hizo su habitual parada milagrosa.
El Madrid tenía problemas para llegar al área con claridad, porque no encontraba los espacios. Hasta que Militao se hartó y su tiro de lejos hizo temblar las manos de Bono. Eso cambió el choque, porque los de Ancelotti decidieron dar la cara. Con muy poco habían empatado al rival, así que con un poco más, podían llevarse el partido y seguir al mando.
Era cuestión de esperar a que Vinicius encendiera el motor.
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