Opinión
Empata si puedes (carta abierta a Marcelo)
Gento es el protagonista de una epopeya, una auténtica dinastía: doce campeonatos de Liga en dieciocho participaciones, con una efectividad estupefaciente de dos tercios
Para resaltar un logro complicado de superar, en la neolengua de las redes sociales se emplea una expresión que cuadra milimétricamente con la trayectoria de Paco Gento: «El que pueda, que empate». El domingo, en el estadio Rey Fahd de Riad, Marcelo Vieira homenajeó de la mejor forma posible, menos de 48 horas antes de su fallecimiento, al sucesor de Alfredo Di Stéfano en la presidencia de honor del Real Madrid: está a un título del mito. El lateral brasileño, otro zurdo glorioso, ganó su vigesimotercer título oficial con la camiseta blanca –es un decir, la voracidad de las marcas ha convertido la indumentaria futbolística en un galimatías–, aunque aún le faltan dos Ligas de Campeones para equipararse a las seis Copas de Europa.
Si pasamos por alto el hecho, nada baladí, de que la posibilidad de levantar trofeos se ha multiplicado en los últimos años –entre ediciones nacionales y europeas, Marcelo atesora ocho supercopas: más de un tercio de su palmarés– y no consideramos que Gento perdió la opción, porque aún no había sido creada, de ganar cuatro Copas Intercontinentales –venció en 1966 y perdió seis años más tarde, en ambas ocasiones contra el Peñarol–, aún reinaría en solitario en el palmarés merengue… según algunas estadísticas.
En el verano de 1956, el Real Madrid de Paco Gento participó en Caracas en la quinta edición de la Pequeña Copa del Mundo, antecesora remota de los Mundialitos que hoy se celebran por esos campos de Dios (de Alá, más bien) y que el equipo dirigido por José Villalonga alzó al imponerse en una liguilla frente a Roma, Oporto y Vasco da Gama. A este torneo, patrocinado por el entonces boyante empresariado venezolano y por la federación de aquel país, se le dio carta de oficialidad hasta 2007, cuando FIFA publicó una comunicación que designaba el año 2000 como el inaugural del Mundial de Clubes en el actual formato.
Lo que no ha variado en el último medio siglo, y crucemos los dedos para que nada cambie, ha sido el formato de la Liga y de la Copa, el pan con mantequilla del fútbol nuestro de cada día. No es el Real Madrid, de forma bastante increíble, un club demasiado copero, por lo que Gento y Marcelo empatan con dos títulos por barba. En el torneo de la regularidad, sin embargo, el brasileño ha padecido el dominio del Barça de Messi y «sólo» ha salidos dos veces campeón, mientras que el cántabro es el protagonista de una epopeya, una auténtica dinastía: doce campeonatos de Liga en dieciocho participaciones, con una efectividad estupefaciente de dos tercios. Pirri y el astro argentino se quedaron en diez.
No ve uno a los chicos de Carletto encadenando ligas hasta 2028, en fin, y menos a Marcelo permaneciendo a sus órdenes hasta cumplir los cuarenta tacos que celebrará en mayo de ese año. El carioca tiene un modo de vida, la misma palabra lo dice, carioca y no posee la genética privilegiada de este montañés de Guarnizo que estiró su carrera hasta los 38 en una época en la que los deportistas treintañeros eran la excepción. Ese ADN de Gento que pervive en la saga de los Llorente, sus sobrinos y sobrino-nieto, atletas formidables esquejados del árbol que fue Paco. O mejor dicho, don Francisco.
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