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Chelsea-Real Madrid (1-3): Benzema es demasiado

Tres goles del delantero francés dieron la victoria al Real Madrid en un gran partido del equipo español en Stamford Bridge

En el primero, Karim remató con potencia, un cabezazo que era, en realidad un trallazo tremendo. En el segundo, medio cayéndose, remató al lado contrario, lo más inteligente que se podía hacer. Y en el tercero, olió el miedo, se echó una carrera que parecía una pérdida de tiempo, pero que fue otro gol, porque los porteros ven a Benzema y tiemblan. De Karius a Donnarumma pasando por Mendy, en Londres. Oyen la pisada de Karim y es como cuando los indios, en las películas ponían la oreja en el suelo para comprobar que llegaban los vaqueros y que ya no había nada que hacer. Así que en los dos últimos encuentros de Champions, Benzema se ha marcado los seis goles del conjunto español. Se lee más rápido de lo impresionante que es. Decía Tuchel, el entrenador del Chelsea, que el Madrid del Clásico era un Madrid sin Benzema. Es probable, a su pesar, que no haya tenido más razón en su vida. El Madrid con Karim es lo que se vio en Londres, un equipo competitivo a muerte, listo para pelear con cualquiera.

Necesitaba el líder de LaLiga un partido así para recuperar la confianza y sentir que el pequeño bache ya ha pasado y que los objetivos, los grandes objetivos, están más cerca. Está más cerca la semifinal de la Champions, otra más, porque el resultado que se trae el Madrid de Londres es francamente bueno. El año pasado, el equipo que entrenaba Zidane se llevó un repaso del conjunto que después fue campeón de Europa. No iba a permitir otro el rey de la competición. El Madrid dio una lección de entereza y el Chelsea estuvo desdibujado casi siempre. Sólo un rato en la segunda mitad, con los cambios de Tuchel para dar más físico al centro del campo y con ya Lukaku en el campo e imponiendo, dominó más el partido, ante un Madrid que demostró entonces su concentración defensiva, con Militao y sin él, que se fue lesionado y que, por una amarilla, no podrá jugar la vuelta la semana que viene.

En casa, encerrado por culpa del coronavirus, Ancelotti debió de tener tiempo para pensar en cómo afrontar el partido en Londres. El choque del Celta confirmó que con los tres centrocampistas clásicos el Madrid va muy justo a estas alturas de la temporada. Necesita un pulmón que les ayude y Fede Valverde había ido dejando huellas de que estaba listo para ese cometido, que tras un pequeño bache físico, vuelve como siempre, dispuesto a hacer kilómetros hasta que le duelan las piernas. Por eso jugó de lateral, de centrocampista y llegó al área con la potencia de un delantero. Fue lo que le pedía el técnico: el futbolista que tiene que dar intensidad a un equipo al que le cuesta jugar a muchas revoluciones. Con Valverde lo hizo. Sorprendió porque cuando el Chelsea atacaba, el uruguayo se ponía en línea con la defensa, como lateral derecho y empujaba a Carvajal a la posición de tercer central. Así, el lateral, con problemas en partidos anteriores, estaba más resguardado y podía ocuparse de las entradas en vertical de Pulisic al área. No llegó a una jugada, la del gol de Harvetz, pero el partido le tiene que servir para ganar confianza, que falta le hace a él y al Real Madrid.

El Chelsea presionaba a veces, pero el Madrid tenía el plan muy claro: salía por la derecha, porque tenía ventaja con Valverde por eso lado yacababa la pelota en Kroos. Kanté no sabía a dónde ir y el alemán tenía tiempo y espacio para pensar. Defendía bien el equipo de Ancelotti y jugaba con facilidad en ataque, con Kroos y Modric frescos y Casemiro en uno de sus mejores días. Y luego Vinicius: por si los hinchas del Chelsea sólo le han visto en sus enfrentamientos contra el Madrid, pensarían, por el choque de la temporada pasada, que era un interior derecha o incluso un lateral, algo desnortado. Ya no olvidarán que es un delantero que rompe defensas como nadie y que también ha aprendido a poner balones como nadie.

Jugó el Madrid el partido que quería, intenso e inteligente. Tuchel intentó darle alguna vuelta, quitando a Kanté, el futbolista que parecía interminable la temporada pasada y que no se encontró antes de ser sustituido. El problema del plan B del Chelsea fue que cuando quería ponerla a prueba Karim Benzema ya había puesto el tercero.

Después, el Madrid se echó para atrás, con Casemiro de central y Camavinga poniendo aire. El partido estaba hecho y había que resistir. Queda la vuelta aún. Pero tiene ventaja. Y también estará Benzema.