El derbi

Atlético-Real Madrid (1-2): El Madrid escapa del barullo

Rodrygo y Valverde deciden un partido en el que el Atlético sólo tuvo fe cuando lo llevó a las trincheras

Los jugadores del Real Madrid celebran el tanto de Rodrygo
Los jugadores del Real Madrid celebran el tanto de RodrygoJesœs G. FeriaLa Raz—n

El Real Madrid sigue siendo el mejor equipo de la Liga y el Atlético no está en condiciones de discutirlo. Sin Benzema y sin necesidad de que Vinicius se arrancara a bailar, el equipo de Ancelotti liquidó el derbi en la primera mitad.

Y no es que no lo intentara el Atlético, pero ofrece la sensación de que no da para más. Aunque sea mentira. Su dominio inicial se perdió en la brusquedad de los primeros pasos. Se cortaba la tensión y cada pelota dividida era una guerra que retumbaba en las tribunas del estadio.

Hasta que apareció Rodrygo para apagar los fuegos. El brasileño llegó por sorpresa delante de Oblak para marcar el primer gol después de una maniobra genial. Se la dio a Tchouameni y se fue a buscar el área, donde lo encontró el francés sin dificultad. Un toque le bastó al delantero madridista para derrumbar la resistencia del Atlético.

Hay un aire fatalista en estos partidos que se manifestó inmediatamente después del gol. El Metropolitano, ahora Civitas, se quedó mudo de repente. Aunque sólo fueran unos segundos, la sensación en ese instante era la de que todo había terminado para ellos, para los aficionados que esperaban la respuesta de su equipo al campeón de Europa.

Simeone se atrevió a saltarse las normas para poner a Griezmann desde el comienzo en lugar de Morata. Por un día no había que esperar al minuto 63 para verlo al lado de Joao Félix. Quería dos jugadores que se asocian, que participan en el juego y que llegan al gol por sorpresa. Pero fue Rodrygo el que sorprendió.

El brasileño es feliz en esa función de falso «9» que le ha regalado la lesión de Benzema. Participa más que cuando está en la banda y llega al gol con más claridad. La claridad que le da también la visión de Tchouameni. El francés crece cada día en el manejo del juego y en el mando del equipo. Reparte la pelota y ordena a sus compañeros como si llevara toda la vida en el equipo.

El Real Madrid funciona como una máquina perfecta, capaz de jugar al ritmo de Kroos o al de Valverde. Sin alardes. El uruguayo hace tiempo que perdió la timidez y se hace trascendental en el desarrollo del juego y en el área. De una aceleración de las suyas nació el primer gol del Real Madrid. De su constancia llegó el segundo, al perseguir hasta el final un remate de Vinicius que pegó en el palo. El «Pajarito» salió aleteando para celebrando con Vinicius detrás, dando saltos en lugar de bailar.

El Atlético estaba muerto, pero resucitó con los cambios, con el empuje de Correa y con la presencia de Witsel en el centro del campo. El belga ofrece mejor salida de balón desde el fondo, pero no termina de convertirse en un centrocampista más cuando su equipo tiene la pelota. Así que la ventaja de tener un futbolista que sepa jugar desde el fondo se queda en la mitad. A Simeone no le funcionó la idea de poner a De Paul como interior junto a Koke. Se supone que el argentino tiene una visión de juego y un disparo que le hacen peligroso para el rival. Unos recursos que el Atlético debería aprovechar. Pero el argentino resulta intrascendente, siempre por debajo del rendimiento del capitán, que sigue siendo el centro de todo lo que pasa en el Atlético.

El revulsivo de verdad, como sucede últimamente, fue Mario Hermoso. El central, como es costumbre, también, no tardó en «remediar» su acierto. Marcó el gol que permitía al Atlético volver a creer y todo se convirtió en un barullo que terminó con su expulsión por dos amarillas. La segunda fue exagerada, por un forcejeo con Ceballos al ir a rematar un córner. Tan exagerada como innecesaria la primera por irse a buscar a Carvajal después de una falta del madridista. Lo persiguió para encararse con él. Pegó su frente a la del lateral internacional, una amenaza tan tribunera como inútil.

La acción de Hermoso es una muestra de lo que es el Atlético, que se siente más cómodo en el barullo y en la bronca que en el juego. Cuando lleva el fútbol a las trincheras es cuando más cerca se siente de la grada y cuando más retumba el estadio. Cuando más cree en sí mismo.

Pero de repente suceden cosas como ésa, que expulsan a un jugador y el Atlético se desarma de nuevo. Cansado de ir a peleas innecesarias e intrascendentes que acaban con más bajas en su bando que en el contrario.

Y el Madrid, feliz. Satisfecho de demostrar su superioridad. Un equipo que, sin apenas cambios, mejora al que el curso pasado fue campeón de Europa acumulando un milagro detrás de otro. Da la sensación de ser más consistente, de tener más recursos y de ser más capaz. Sin Benzema y sin la necesidad del mejor Modric, Rodrygo y Valverde deciden.

Alineación del Atlético de Madrid: Oblak; Felipe, Witsel, Reinildo, Llorente, Carrasco; Kondogbia, Koke, De Paul; joao Félix y Griezmann.

Alineación del Real Madrid: Courtois; Carvajal, Militao, Alaba, Mendy; Tchouameni, Kroos, Modric; Valverde, Rodrygo y Vinicius.