Historias del balón
La rocambolesca historia del falso futbolista que planeó asesinar a Lenin
Agente secreto británico, fue un pionero en el futbol ruso -a pesar de no haber sido antes profesional- y estuvo a punto de ser ejecutado.
Vladímir Putin continuará otros seis años dirigiendo los designios de Rusia. La holgada victoria tras conseguir, según los resultados provisionales, el 87,97% de los votos emitidos da a Putin no sólo el poder, sino el apoyo de sus compatriotas para continuar con la campaña militar en Ucrania. Indirectamente, las elecciones de ayer eran un referéndum sobre la invasión. Una guerra que Rusia sún no ha podido ganar.
ya se han cumplido dos años de la guerra en Ucrania y Vladimir Putin sigue sin lograr la victoria en gran parte gracias a las labor de los servicios de inteligencia. La labor de los agentes secretos ha sido clave a lo largo de la historia y el deporte también ha sido protagonista de ello. El futbol nos ha dejado apasionantes reseñas de futbolistas cuyas carreras estuvieron marcadas por la guerra, la política e incluso el espionaje. Ha habido futbolistas que espiaron para el KGB, como Agustín Gómez Pagola o para Hitler -como el extremo rojiblanco Juan Emilio Gómez de Lecube- pero una de las historias más rocambolescas, sin duda, es la del “falso futbolista” Bruce Lockhart.
El agente secreto y diplomático británico Bruce Lockhart estuvo en el epicentro de una conspiración contra los bolcheviques, un intento de matar a Lenin y el comienzo del Terror Rojo en Rusia. De hecho, las increíbles aventuras de este agente en en la Rusia soviética comenzaron mucho antes y con una singular anécdota.
Cuando Lockhart llegó a Moscú en 1912 para trabajar lo confundieron con otra persona. Su llegada a la todavía zarista Rusia estuvo salpicada por una curiosa anécdota. Corrió el rumor de que un famoso y gran futbolista de Cambridge apellidado Lockhart iba a visitar el país –este era en realidad John, el hermano de Robert, que había jugado como profesional en la liga de rugby escocesa–. Así que, en una Rusia en las que los equipos de futbol pertenecían a las fábricas, lo invitaron a unirse al equipo de la Fábrica Textil Morózov y el joven vicecónsul no tuvo más remedio que unirse a un equipo local y jugar toda la temporada 1912-1913; lo increíble es que el equipo ganó el campeonato de liga ruso. Este club fue el germen de lo que mas tarde se llamó Dinamo de Moscú.
¡El mejor del campeonato!
Aunque el deporte rey ya había alcanzado cierta relevancia en Rusia, no tenía un grado importante de desarrollo y la liga local era solo una competición impulsada por los dueños de distintas fabricas para mantener a sus empleados alejados de los discursos revolucionarios. Lockhart fue uno de los cinco británicos que se unieron al OKS, los cuales llevarían al equipo a ser campeón en 2012. En ese torneo, sorprendentemente, el escoces fue escogido como mejor jugador del campeonato.
Lockhart se las arregló para simultanear su sobrevenida actividad deportiva con las obligaciones de su cargo diplomático, y no lo debió de hacer mal, ya que a principios de 1917 sería nombrado cónsul general del Reino Unido en Moscú. Pero la alegría le iba a durar poco: al estallar la revolución bolchevique en octubre, abandonó a toda prisa Rusia para regresar a Inglaterra. Unos meses más tarde, en enero de 1918, estaba de vuelta.
El trabajo de Lockhart para derrocar el régimen bolchevique comenzó durante esta segunda misión en Moscú. Dirigió una conspiración de diplomáticos británicos y franceses contra los bolcheviques, y recibió para ello el equivalente a 293 kg en diamantes para crear la red de agentes. El plan consistía en sobornar a los guardias con rifle del Kremlin y enviarlos con las tropas rusas que habían desembarcado en Arjánguelsk, a más de 1.200 km al norte de Moscú y ayudarlos a tomar el poder.
Pero la trama se descubrió porque el gobierno soviético contaba con gran cantidad de espías. Se arrestó a Lockhart cuando su nombre apareció relacionado con un frustrado intento de asesinato contra Lenin, y rápidamente fue apresado y conducido a la Lubianka, el cuartel general de la policía secreta soviética, la futura KGB, llamada Cheka en aquel momento.
Se salvó de la ejecución gracias a un intercambio de prisioneros entre Londres y Rusia. No volvería a pisar suelo ruso. Durante la Segunda Guerra Mundial realizó labores de propaganda y se convirtió en el enlace entre el gobierno británico y el checoslovaco en el exilio.
Terminada la contienda, volvió a dedicarse a la escritura. En el periodo de entreguerras, tras su destierro de Rusia, publicó su autobiografía, ‘Memorias de un agente británico’. No fue su única obra. Falleció en 1970, a los 83 años de edad. Robert Hill Bruce Lockart, diplomático, espía, futbolista por error y, según dicen todo un donjuán.
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