Restringido
Griezmann, poco fútbol y gran bronca
Griezmann costó al Atlético 30 millones, una ganga, año y medio después, a la luz de su enorme rendimiento. Cuando llegó, al francés le costó adaptarse al método Simeone y a la exigencia del «profe» Ortega. «Al principio me faltaba aire en los entrenamientos», llegó a decir. Pero aceptó el desafío, el físico y el táctico: acostumbrado a jugar en la banda en la Real Sociedad y a trazar diagonales hacia dentro, el técnico le buscó nueva demarcación por el centro, por detrás del ariete, con libertad. Y se trabajó en potenciar su conducción con la pelota. Ahora, Griezmann es la estrella del equipo y su cláusula ha subido de 65 a 80 millones a la espera de que el PSG vuelva a preguntar por él.
Un «megagol»
Ayer volvió a resultar decisivo. Su gol en Anoeta, que no celebró por su pasado blanquiazul, fue un prodigio, una obra de arte digna de mostrarse en las escuelas de fútbol. Antoine arrancó en medio campo, se dio una cabalgada espectacular con velocidad y talento, y definió como los ángeles ante la salida del portero. Un «megagol». Mucho Griezmann y luego poco Atlético.
¿Peligrosamente?
Porque el equipo rojiblanco llegó, marcó y se metió atrás, a vueltas otra vez con la intensidad, cerrojazo, presión y alto riesgo. Se lanzó la Real a por el empate y pudo lograrlo a través de... Jackson, a punto de marcar en propia puerta defendiendo un córner, y al que se sigue esperando arriba. La traca llegó con la acción de Giménez sobre Jonathas: para unos, como yo, penalti; para otros no, y para Simeone, «una acción heroica al tirarse a ras de césped con la cabeza a por el balón». En cualquier caso, gran bronca porque no se pitó penalti y en la contra llegó el 0-2 y el arrebato de ira local. El Cholo nunca debió soltar la «bobadita» de que la Liga está «peligrosamente preparada para el Madrid»...
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