Restringido

Iker debe hacer autocrítica

La Razón
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El sábado 7 de febrero es ya una fecha marcada en el calendario futbolístico madrileño. La derrota del Real en el derbi ha dejado una euforia desmedida en el bando colchonero y una gran decepción en el de los merengues. Resultado justo y uno de los mejores parridos de los hombres del Cholo, que se reenganchan al campeonato. Dentro del naufragio generalizado de los de Ancelotti es casi imposible salvar o destacar a algún jugador de los que saltaron al maltrecho césped del Calderón. Y, por supuesto, el guardameta titular del Madrid no fue una excepción en el nefasto partido del equipo.

Lento de reflejos

Al portero que muchas veces ha salvado al equipo en situaciones muy delicadas y que ha sido alabado con todos los honores, le llueven ahora críticas que le culpan directamente del primer error, que fue el que abrió el camino del triunfo rojiblanco. A los futbolistas nos cuesta admitir nuestros propios errores y un claro ejemplo sería yo en mi etapa madridista. Desde dentro del terreno de juego era capaz de echarle la culpa al empedrado con tal de salvarme a mí mismo. Si analizamos el primer gol que encajó Íker, él se excluye de un posible fallo y pone el foco sobre Nacho y Varane, dos noveles sin un gran peso en la plantilla. Puedo exculpar a Casillas cuando dice que estaba tapado y no vio el balón y después discutiremos si estuvo lento de reflejos o si tuvo una nula velocidad de reacción. No pasa nada por hacer autocrítica.

No relajarse

Iker, después de superar una etapa un tanto convulsa con Mourinho y recuperar la titularidad tras la marcha de Diego López al Milán, no ha alcanzado su nivel ni es el mismo de hace tres o cuatro años. Una circunstancia que le obliga a entrenarse cada día más y a no relajarse. Si no, la máquina madridista lo devorará.