Lo importante es participar
José María de Marco: demasiados años para tan pocos kilos
Fue estrella del remo peso ligero, pero era ya muy veterano cuando esta categoría se integró en el programa olímpico
Como todo eslogan publicitario, el que usaba una célebre marca de agua mineral en los años ochenta escondía una verdad a medias: «No pesan los años, pesan los kilos». Que se lo digan a José María de Marco, uno de los muchos atletas olímpicos formados en el Club Náutico de Sevilla. Múltiple medallista mundial en el remo peso ligero (embarcaciones cuyos tripulantes deben promediar menos de 70 kilos y ninguno puede superar los 72,5), no pudo subirse al podio olímpico pese a su extraordinaria longevidad, ya que esta categoría sólo se incluyó a partir de los Juegos de Atlanta, en los que participó con 33 años.
En el Mundial celebrado en Lucerna en 1974, y para que los bigardos del centro y el este de Europa no acaparasen el medallero, la FISA introdujo el peso ligero, en el que España logró su primera medalla y su primer título de la mano de José Antonio Montosa, oro en skiff en Copenhague 1978. A la estela del bogador de Sestao, brotó una escuela nacional que llegó incluso a ganar un título planetario en la categoría reina, ocho con timonel, al año siguiente en Bled. A esa armada liviana se incorporó antes de cumplir la veintena José María de Marco, que ganó dos oros en cuatro sin timonel, junto a los hermanos Molina Castillo y a Luis Moreno. Se subió a siete podios, uno de ellos en doble scull formando tándem con su paisano Fernando Climent, medallista olímpico en Los Ángeles.
Pese a los esfuerzos de la Federación Española, los botes ligeros no integraron el programa olímpico en Barcelona 92, cuando De Marco estaba en su plenitud. Tuvo que subir a la categoría absoluta para tripular el cuatro sin timonel invitado en su condición de anfitrión, con el que rozó el diploma olímpico. Pese a la desventaja física con los favoritos, Climent, Aguirre, Molina y el sevillano se quedaron en puertas de la final, muy cerca de los neerlandeses que acabaron quintos, y firmaron una honorable novena plaza.
Cuatro años después, en Atlanta 96, dos categorías de peso ligero integraron al fin el programa olímpico y De Marco, pese a que ya hacía tiempo que no cataba metal en los grandes campeonatos, se emparejó con el madrileño Juan Carlos Sáez para componer un dueto muy sólido. Imperiales en las series y sin apuros en unas semifinales igualadísimas (los seis botes finalistas se apiñaron en menos de tres segundos), la delegación española contaba con la experiencia del sevillano para subirse al podio… y faltó muy poco. Lejos de los hermanos Gier, que ganaron el oro para Suiza, Países Bajos, Australia y España protagonizaron un embalaje de locura en el que De Marco y Sáez terminaron más rápidos que sus rivales, aunque les faltaron veinte metros para adelantar a los oceánicos, bronce con sólo medio bote de ventaja.
«Después de remar durante seis minutos y pico, perdimos el bronce por 1,4 segundos. Así es el deporte», rememoró De Marco, senequista, en una entrevista veinte años más tarde. Y el remo español sigue esperando su segunda medalla olímpica... la que podrían ganar en París Javier García y Jaime Canalejo, otros dos atletas del Club Náutico de Sevilla.
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