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Ana Peleteiro da el salto de su vida: bronce en triple; con récord del mundo de Yulimar Rojas

La española tiene que batir dos veces el récord de España en la final de triple, en la que la venezolana se hizo eterna

Ana Peleteiro lo había avisado: «Voy a ir con todo a la final: con uñas, dientes, tenedores y cuchillos». Y cumplió. Qué peleona es la gallega, una competidora extraordinaria que tuvo que superarse dos veces a sí misma para alcanzar la gloria. Porque la final de triple se puso dura con el salto de la portuguesa Mamona, 14,91 (después llegó a 15,01 para ser plata). Peleteiro voló hasta 14,77, lo que le daba el bronce. Eso era ya récord nacional, cuatro centímetros más que su anterior registro. Pero la jamaicana Ricketts se lo puso difícil de nuevo con 14,84 en un brinco a la desesperada, porque estaba a punto de no pasar el corte. La gallega tenía que volver a ir más allá de sus límites y lo hizo en el quinto intento, para batir de nuevo su marca y con 14,87, llegar hasta el bronce. Y decía que no, que podía haber sido mejor, muy seria, con lo alegre que es ella. Cuando se pone en modo competición le cambia hasta el gesto.

El oro estaba decidido de antemano. Yulimar Rojas hizo 15,41 a la primera, y ahí ya sabía que nadie la podía superar. Es muy superior al resto y se podía haber ido a la grada a ver lo que quedaba de concurso, porque nadie se iba a acercar. Pero quería la eternidad. Su batalla era con el récord del mundo, que «sabía que tenía en sus piernas». Parecía que se le volvía a escapar, pero a la última lo clavó. ¡Si en el segundo paso casi entra ya en el foso! Se le quedó corto el recorrido y tuvo hasta que encogerse un poco. Si no hubiera sido por eso podría haber logrado algo todavía más espectacular. Se fue hasta 15,67. Por fin podía con los 15,50 que logró la ucraniana Inessa Kravets en 1995. No se lo podía creer Yulimar. Primero se quedó parada y después entendió lo que había logrado cuando la bandera blanca subió para confirmar que el salto era bueno. Se abrazó a Peleteiro, su compañera de entrenamiento en Guadalajara con Iván Pedroso. Estaban locas de contentas, corriendo de acá para allá y dando la vuelta de honor con las banderas de España y de Venezuela. Era el momento de que las risas se mezclaran con las lágrimas. La cara de competición ya quedó atrás. Peleteiro aceptó el reto de prepararse al lado de la mejor, para exigirse cada vez más y que eso la llevara donde la ha llevado. Porque Yulimar Rojas, en un día como este, su gran día, ya habló también de futuro y de que en su mente está superar los 16 metros.

Una vida complicada

La atleta española consiguió el salto de su vida... De momento, porque sólo tiene 25 años y le queda mucha más guerra que dar. Puede parecer más mayor porque su nombre empezó a sonar tan pronto... Fue campeona del mundo júnior en 2012, a los 16, y en ese momento la fama le pasó por encima. «Pasé de la nada a ser una niña a la que conocía todo el atletismo. Y yo era un macaco», reconoció en una entrevista con este periódico. Una historia repetida muchas veces que en ocasiones deja a grandes figuras en el camino. «Era inmadura», ha reconocido siempre. Se recuperó, de eso y de las lesiones también, que llegaron de forma acelerada. Fue de acá para allá buscando su lugar. Pasó de su pueblo, Ribeira, donde no tenían ni tejado para entrenarse y en invierno hacían todos los ejercicios bajo la lluvia gallega, lo que le obligaba a llevar tres mallas y tres camiseta para cambiarse, al CAR de Madrid, pero tampoco encontró su sitio, perdida también en la fiesta de la capital y en una molestia rara en la rodilla de la que le costó salir. Y todavía no había cumplido ni 20 años. Se dejó ir. Y tras perderse los Juegos de Río entendió que tenía que cambiar en todo: alimentación, descanso, entrenamiento... Estuvo un tiempo en Lisboa y después, con el mítico Iván Pedroso, ha encontrado el equilibrio en Guadalajara y el atletismo se convirtió en el centro de todo. «Tengo un equipo maravilloso y gracias a ese equipo estoy aquí. Podría decir que es gracias a mi esfuerzo, a las horas dedicadas, pero ya te puedes esforzar mucho que si no estás en el sitio correcto, en el momento correcto, con las personas correctas, no funciona», opinó la medallista de bronce en TVE. Empezaron a llegar los resultados con los «mayores». Bronce en el Mundial en pista cubierta y en el Europeo al aire libre (2018), oro en el Europeo Indoor de 2019 y plata en el de 2021... Pero esto son unos Juegos. Los de Londres 2012 le pillaron joven, aunque tenía la mínima. No fue. Los de Río 2016 se los perdió por una lesión y le tocó repetir eso de tantas otras veces: «La vida sigue». Tokio era su estreno en una cita olímpica.

Pero es una atleta ya con mucho callo. Experimentada y muy competitiva. En la presentación ya estaba seria, focalizada en lo que iba a pasar un rato después. Se llevó las manos al pecho, a la boca y lanzó un beso al aire. El Olimpo le esperaba. «Llevaba toda la vida sonándolo», reconoció.