Río de Janeiro

Ellas mandan

En Londres, España descubrió que el deporte femenino podía ser tanto o más protagonista que el masculino. En Río, el equipo olímpico español está cerca del 50-50: hay 163 hombres y 143 mujeres. Las opciones de medalla para ellas son numerosas con el desafío de Mireia como referente. La estrella de la natación española representa el salto del deporte femenino español

Mireia Belmonte. Cinco pruebas individuales y una de relevos para mejorar las dos platas logradas en Londres y convertirse en leyenda. Con 25 años, llega en plenitud a los Juegos
Mireia Belmonte. Cinco pruebas individuales y una de relevos para mejorar las dos platas logradas en Londres y convertirse en leyenda. Con 25 años, llega en plenitud a los Juegoslarazon

Tras los cuatro primeros días de competición en Londres cundía el pesimismo. En los teléfonos de los medios se repetía una y otra vez el mismo mensaje: «Fin de participación». No había medallas hasta que Mireia, en 200 mariposa, nadó, corrió, voló para batir el récord nacional y acabar con la sequía de éxitos de España. Fue un alivio, porque en los Juegos más que nunca la sensación de toda la delegación es la de un equipo. Fue también un adelanto de lo que estaba por llegar. Si en la capital inglesa las mujeres lograron más medallas que los hombres (11 de 17, 12 de 18 si se confirmara que Lydia Valentín es finalmente oro por el dopaje de las tres halteras que quedaron por delante) algo parecido se espera en Río, en los Juegos que comienzan mañana. Mireia sigue ahí, igual de dura, pero más madura, mejor aún que antes para intentar convertir sus dos platas en oros como el que logró Marina Alabau en vela, en la clase RS:X y que ahora espera revalidar. El suyo fue el primer metal del valor más preciado que logró España en Londres, pero no el único en vela: el tercero y último lo conquistaron en la clase Elliot-6 Sofía Toro, Ángela Pumariega y Tamara Echegoyen. Esta última repite en Brasil junto a Berta Betanzos en 49er FX, y su aspiración es la máxima. También Lydia en halterofilia quiere su medalla, pero esta vez con la foto en el podio, y Ruth Beitia perseguirá, en salto de altura, el único metal que falta en un palmarés extraordinario. Con 37 años está entre las favoritas, pero no se va a intimidar. «A mi edad la presión...», asegura.

El estatus de Carolina Marín ha cambiado de cuatro años aquí. Hay quien dice que puede ser una extraterrestre, porque es difícil de explicar que una chica de Huelva se haya proclamado dos veces seguidas campeona del mundo de bádminton, por delante de las chinas, el resto de asiáticas y quien se pusiera por delante. 2016 ha sido un año irregular en cuanto a resultados, pero el gran objetivo está en los Juegos y ella es una competidora nata, desde que mira a la rival hasta que golpea el volante. Menos conocida puede ser la taekwondista Eva Calvo, a quien sólo le apena que su hermana Marta no la haya podido acompañar en el tatami brasileño. Subcampeona del mundo, la gloria olímpica puede ser el siguiente paso, algo de lo que también anda detrás la tiradora Fátima Gálvez, ganadora del último Mundial de foso.

En la lista de las debutantes en unos Juegos está la campeona de Roland Garros, Garbiñe Muguruza, la potencia hecha tenista, que aparte de individuales y dobles participará junto a Rafa Nadal en un explosivo dobles mixtos. Un dúo mítico forman en sincronizada Ona y Gemma Mengual, en busca de éxito en un deporte que tanto le ha dado a España en los últimos Juegos y que ha entrado en un periodo de renovación. Maialen Chourraut, en aguas bravas, sueña con mejorar su bronce de Londres y la piragüista Teresa Portela, en sus quintos Juegos, quiere dar el pequeño salto que le faltó en los anteriores, en los que siempre estuvo entre las mejores, siempre fue diploma olímpico. Los equipos de waterpolo y balonmano comparten el mote de guerreras, y por algo será, aspiran a igualar e incluso mejorar la plata y el bronce, respectivamente, que lograron hace cuatro años. Las de baloncesto se han unido al club, han vuelto a su lugar tras la decepción de quedar fuera de Londres.

De los 306 participantes españoles, 163 son hombres y 143 mujeres, acercándose al 50-50 que desea el COI. «En cuanto se ha hecho caso a las mujeres, han explotado», piensa Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español. Pero aspiraciones en hombres tampoco van a faltar. Rafa Nadal es el abanderado, el deportista que trasciende a su deporte, aunque hay que esperar a ver el estado de su muñeca para saber si puede aspirar a su segundo oro, o al podio. Es complicado. Valverde y Purito pueden romper el hielo de los metales con la prueba de ciclismo en ruta que se disputa el sábado y Miguel Ángel López, en 20 y 50 kilómetros marcha, es el principal candidato a acabar con la sequía de España en atletismo. El último podio olímpico en el deporte rey fue el bronce de Joan Lino en longitud en Atenas 2004. Orlando Ortega está en la recámara en los 110 vallas, después de haber conseguido a última hora el permiso para competir con España. Entre los hombres también hay campeones olímpicos como Joel González, en taekwondo, que llega a Río con la misma ilusión que a Londres, pero en circunstancias diferentes: hace cuatro años era campeón de todo y cerró el ciclo con el oro en Londres; ahora las lesiones se han metido en su camino, pero se ha podido preparar a tiempo para soltar patadas a la velocidad de la luz, en un peso superior. La desgracia se centró sin darle una segunda oportunidad al triatleta Gómez Noya, cinco veces campeón del mundo. Se cayó de la bici en un entrenamiento cuando le quedaban diez segundos para parar e irse a casa. Eso es mala suerte, pero Mario Mola está preparado para tratar de hacer frente a los hermanos Brownlee. Alberto Fernández en tiro, Ray Zapata en gimnasia, Sergio García en el nuevo deporte olímpico, el golf, el piragüista Saúl Craviotto, por supuesto, que ya fue oro en Pekín y plata en Londres... Hay mucho donde mirar.

¿Podrá ganar esta vez España a Estados Unidos en baloncesto? Si se metiera en la final y lo intentara otra vez, ya sería más que un éxito. Es la despedida en una cita así de hombres como Navarro o Pau Gasol. Casi nada.