Final Liga de Campeones
Kroos se regala una despedida a la altura de su fútbol
Kroos alcanza las seis Copas de Europa de Gento en un último día de ensueño con el Real Madrid y con la asistencia. Fue sustituido por Modric, su socio histórico
Cuando Vinicius marcó el segundo gol, Toni Kroos supo que ya estaba. Que se iba a despedir del Real Madrid con su sexta Copa de Europa, igual que el mito Gento. Mientras sus compañeros se iban al córner a unirse a la piña, él se dio la vuelta y se le escapó una sonrisa. Miró a la portería de Courtois y al fondo donde estaban los seguidores del Real Madrid. Su última noche iba a ser muy grande, como sus diez años vestido de blanco y que ha decidido que se terminen en lo más alto, como uno de los mejores futbolistas de la temporada.
Quiso vivir ese momento solo, sin nadie alrededor y sin hacer grandes aspavientos igual que juega al fútbol, haciendo que parezca fácil mover la pelota y también dejar el Real Madrid. Ancelotti lo cambió antes del final para que se marchara de manera especial y en ese momento, otra vez Kroos se volvió al fondo del madridismo, cerró el puño y lo agitó con rabia. También se señaló el escudo y se estiró la camiseta con rabia mientras se iba hacia la banda para salir del campo por última vez vestido de blanco. Y para que el cuadro fuese completo, su sustituto era Luka Modric, el hombre con el que más partidos ha jugado, en ese tridente ya mágico junto a Casemiro. Se abrazaron los dos, que parecían eternos, y que 24 horas antes, en ese mismo césped, habían apurado hasta el máximo el tiempo de entrenamiento del Real Madrid en la previa. Estaban chutando a portería y al final se quedaron los dos solos, como dos niños que no quieren dejar de jugar para subir a casa a cenar.
«Él quería terminar así, lo ha acabado de la mejor manera, me da algo de tristeza, pero hay que respetarlo», decía Ancelotti, que se dio varios abrazos con Kroos. El alemán entró en el campo discreto cuando se terminó el partido, sin correr, y otra vez alejado de la piña del resto. Se fue a saludar a los árbitros y a Edin Terzic, con el que se fundió en otro abrazo. Después se acercó a Hummels, otro que también está cerca del final y que hizo una primera parte tan buena como la de todo el Dortmund. Ahí sufrió el Real Madrid al completo, incluido Kroos, que cuando perdió una pelota que terminó en una ocasión germana, confirmó que las cosas estaban mal para los blancos. Él es el encargado de tener la pelota cuando hay presión, pero ni su calidad conseguía despertar al Madrid.
La noche fue mejorando para los de Ancelotti y también para Kroos, que si había soñado con una gran despedida no hubiera dibujado una mejor: en un templo como Wembley, en la final de la Champions y levantando esa sexta que le mete en un club selecto que abrió Gento y al que él llega con un título con el Bayern y una manita con el Real Madrid. Un club que le acogió como si fuera uno de los suyos desde siempre y que lo despide como un mito que representa los valores del club igual que los grandes capitanes de históricos de la plantilla.
Fue el último nombre que sonó cuando se cantó por megafonía la alineación, porque la noche era especial para él y estuvo cerca de marcar en un par de faltas que lanzó por encima de la barrera y que paró Kobel. Sí se llevó una asistencia, a Carvajal, el último servicio al que ya es el club de su vida.
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