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La contrarreloj de Vitolo

El canario apura los últimos partidos de la temporada con la ilusión de llegar a tiempo al Mundial de Rusia. El choque contra el Celta, en el que marcó un gran gol, pudo ser el empujón definitivo.

Víctor Machín, Vitolo, controla la pelota en presencia de Filipe, Correa y Torres durante el entrenamiento de ayer en Rusia
Víctor Machín, Vitolo, controla la pelota en presencia de Filipe, Correa y Torres durante el entrenamiento de ayer en Rusialarazon

El canario apura los últimos partidos de la temporada con la ilusión de llegar a tiempo al Mundial de Rusia. El choque contra el Celta, en el que marcó un gran gol, pudo ser el empujón definitivo.

Los partidos de vuelta contra el Copenhague en la Liga Europa y ante el Lleida en la Copa, dos encuentros intrascendentes en los que las eliminatorias ya estaban decididas, son los únicos en los que Vitolo ha disputado los noventa minutos desde que se puso la camiseta del Atlético. El canario no tuvo inconveniente en verano en comprometerse con la entidad rojiblanca a pesar de que no podía jugar hasta enero. Ese tiempo lo dedicaría a ayudar a su equipo de corazón, la Unión Deportiva Las Palmas, con la ilusión de que con el cambio de año le esperaba una entidad acostumbrada a pelear en las últimas rondas de la Liga de Campeones y un más que seguro pasaporte al Mundial de Rusia.

Pero nada le ha salido como estaba previsto. Una lesión le impidió despedirse de Las Palmas sobre el césped y, al doblar 2017, dejó un equipo en puestos de descenso para llegar a otro desterrado de la Champions antes de lo previsto y obligado a refugiarse en la Liga Europa. Y desde que comenzó la temporada sólo ha jugado un partido con la Roja, el amistoso en Rusia que terminó con empate a tres.

El Mundial está más lejos para él ahora que al comienzo de la temporada. Mañana Julen Lopetegui anunciará la lista para los últimos amistosos de preparación antes de la lista definitiva. España jugará ante Alemania y Argentina, dos rivales poderosos, aunque la pretensión de Vitolo es estar en la convocatoria final de 23. Le quedan diez partidos de Liga y lo que dure el Atlético en la Liga Europa, para completar esa contrarreloj que le lleve hasta Rusia. Un camino que Diego Costa, que llegó en enero como él al Atlético, parece haber recorrido con mayor seguridad.

Para eso trabaja el ex jugador del Sevilla, que era un fijo para Lopetegui en el primer año del seleccionador en el banquillo de la selección. El capitán, Gabi, alababa su implicación el pasado domingo después de la victoria ante el Celta. «Siempre hemos sido un equipo sólido. Es verdad que cuando se van Carrasco y Gaitán hay que dar un paso adelante, como, por ejemplo, hoy lo ha hecho Vitolo», afirmaba el «14» del Atlético. «Sigue en crecimiento. Desde que nos quedamos los 17 jugadores, están participando todos. Estoy intentando tenerlos a todos. A Vitolo lo fuimos a buscar para que nos diese un salto de calidad y cada vez se va encontrando mejor en lo que buscamos y él busca. Hay que esperar que siga creciendo. No pudo jugar muchos partidos en Las Palmas y no es fácil integrarse rápidamente en el Atlético de Madrid», asumía Simeone.

Sin embargo, su presencia en los partidos ha sido limitada hasta el momento. En la Liga sólo ha sumado 183 minutos repartidos en seis encuentros. Apenas media hora por partido, muy poco para un jugador llamado a ser importante.

El partido contra el Celta puede cambiar su situación. Cuando se marchó del campo, sustituido por Correa, el público lo ovacionó. «Estoy muy contento. Intento aprovechar los minutos que me da el míster. Estoy muy ilusionado, con muchas ganas de aportar. Sobre todo gracias a la afición, que coreen tu nombre al despedirte del campo es bonito», aseguraba el domingo. Hoy tiene otra oportunidad para ganar confianza, en un trámite que el canario asegura que hay que afrontar como si la eliminatoria estuviera igualada. «Hay que respetar al rival y jugar como si fuera la ida». De sus primeros meses en el Atlético dice estar muy contento y casi adaptado del todo: «Hay un gran vestuario, me habían hablado bien y cuando vine lo comprobé».