Copa del Rey
La copa de Messi
El «10» vuelve a asombrar al mundo con su actuación ante el Athletic. Ha marcado 20 goles en las 23 finales que ha disputado.
Leo Messi volvió a convertirse en Maradona el sábado en el Camp Nou. Ya lo había hecho en la misma competición, la Copa del Rey, ante el Getafe en abril de 2007. Ocho años han pasado para encontrarnos a un jugador diferente. Si el de hace tiempo era un joven rápido y habilidoso, impetuoso, el de ahora es un jugador más maduro, con más inteligencia unida a sus cualidades innatas y convertido para muchos en el mejor del mundo. Tras una temporada pasada en la que no dio su nivel, con números aceptables, pero desaparecido en las grandes citas, ha regresado el «10» para reclamar el trono (Balón de Oro) que le había quitado Cristiano Ronaldo. El «10» ha vuelto a ganarse la admiración de todos, en España y fuera. «Extraterrestre», dicen unos. «Mágico», señalan otros. «Mejor que en la Play Station», afirman los medios de su país, dando una vuelta a cuando Jorge Valdano definió a Romario como un jugador de dibujos animados. «Es difícil definirlo», apuntó Mascherano un sábado, en una jornada en la que tanto compañeros como rivales se unieron para alabar al astro.
Leo ha mejorado sus números respecto al último año en todos los sentidos. En total acumula 34 goles, a los que añade 30 asistencias. El paso atrás que ha dado en el campo le sirve para ser centrocampista o delantero, según las necesidades del equipo. En la Copa del Rey no ha sido el máximo anotador, pero sí el que ha participado de forma directa en más dianas, nueve, porque a sus cinco tantos añade cuatro pases definitivos. El «10» azulgrana ha conseguido que no se hable de él cuando está dos jornadas sin ganar. Ha gobernado desde el juego más que desde el gol y su pelea con Luis Enrique ya parece olvidada. Ha habido varios acercamientos. Si al ganar la Liga chocaron la mano de forma distendida, al conquistar la Copa el futbolista recibió al técnico con un abrazo.
La gran diferencia del Messi de este año respecto al último ha sido la aparición en los partidos importantes. En 2014 apenas sumó un gran partido contra el Madrid en el Bernabéu. Pero contra el Atlético, tanto en la «Champions» como en el final de Liga, no se le vio, incluso mostró cierta actitud pasiva. Tampoco fue su mejor día el de la final de Copa contra el Real Madrid. Nada que ver con lo visto ante el Athletic. Si por algo se ha caracterizado Leo es por ayudar en los grandes duelos. Es el máximo goleador, por ejemplo, en la historia de los clásicos, y ha anotado 20 goles en las 23 finales que ha disputado, entre Liga de Campeones, Mundialito, Supercopas y Copa.
El próximo gran reto es repetir el próximo sábado para sumar su cuarta Liga de Campeones. La final de la primera, en 2006, no la pudo jugar porque estaba lesionado. Era todavía ese futbolista que apuntaba maneras y que poco después hizo el gol «maradoniano» al Getafe. En la de 2009 metió un gol al Manchester, de cabeza, y repitió en la de 2011, ya convertido en la gran referencia mundial que este año ha vuelto a ser.
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