Fútbol

Fútbol

La fisioterapia puede con el Atleti

Lucía Rodríguez, jugadora internacional y defensa del Madrid CFF, renunció a jugar con el equipo rojiblanco para centrarse en sus estudios universitarios

Lucía Rodriguez posa en el campos del Madrid CFF / Foto: Rubén Mondelo
Lucía Rodriguez posa en el campos del Madrid CFF / Foto: Rubén Mondelolarazon

Lucía Rodríguez, jugadora internacional y defensa del Madrid CFF, renunció a jugar con el equipo rojiblanco para centrarse en sus estudios universitarios.

El Atlético de Madrid, líder de la Liga Iberdrola visitará mañana el estadio José Luis de la Hoz Matapiñonera, sede de la UD Sanse, pero que desde hace dos temporadas es también la nueva casa del Madrid CFF. A priori un encuentro más, pero que resultará especial para Lucía Rodríguez, jugadora del Madrid CFF.

«Cuando llevas ochenta minutos corriendo detrás de ellas me planteo que podría haber estado en ese bando», comenta entre risas Lucía, dueña indiscutible del carril derecho del conjunto del norte de Madrid y que hace unas temporadas rechazó una oferta del Atlético. «No era el momento», dice la «4».

Muchos no entendieron su decisión, estaba dándole largas a uno de los equipos más «top» del campeonato, pero a ella no le importó el qué dirán, en ese instante había algo por encima del Atlético. «Tenía claro que quería estudiar. La llamada del Atleti me flipó, pero decidí centrarme en tener una carrera después del fútbol», comenta Lucía que actualmente cursa el segundo año de la carrera de fisioterapia. «Ellas entrenaban por la mañana y me coincidía con las clases. Sabía que si lo dejaba luego me iba a costar más ponerme a estudiar», afirma con la satisfacción de haber escogido el camino correcto la lateral madrileña que no dudó en anteponer sus estudios a firmar por uno de los grandes conjuntos de la Liga Iberdrola. «El fútbol no dura para toda la vida y más para nosotras. No vamos a tener un colchón de dinero muy amplio que nos permita vivir toda la vida de esto», señala Lucía que tomó la decisión de estudiar fisioterapia después de sufrir una lesión en el dedo que le tuvo nueve meses en rehabilitación. «Me gustó cómo hacían su trabajo y lo preparados que estaban. Esa fue una de las cosas que más me animó a estudiar esta carrera», confiesa la jugadora del Madrid CFF.

A diferencia de la mayoría de futbolistas que se cogen pocas asignaturas para no estar tan asfixiadas durante la temporada, Lucía se ha matriculado en todas. «Soy un poco cabezona. El mes de enero ha sido un agobio. Tenía todos los finales y nosotras no dejamos de entrenar», cuenta una jugadora que ha hecho de los trenes y de los autobuses su lugar de estudio y concentración. Lo hace vestida de blanco y no de rojiblanco, porque el Madrid CFF es y será su único hogar. «Es el lugar donde he crecido y donde siempre he querido estar», dice Lucía, que regresó al conjunto madrileño el pasado verano procedente del Tacón, equipo de la segunda división.

Ese verano, a pesar de la alegría que produce saber que vas a regresar a casa dos temporadas después, fue uno de los más duros de su carrera deportiva. En agosto perdió la final del Mundial con la selección española sub'20 y meses antes cayó con el Tacón en el último partido del «play off» de ascenso a Primera. «Fueron momentos muy duros, pero mi familia, al igual que siempre, estuvo ahí. Tuve la suerte de que viajaron conmigo porque después de perder contra Japón en la final, lo único que me apetecía era un abrazo de mi madre y llorar», confiesa la jugadora del Madrid CFF y de la selección española.

Una selección que, a menos que reciba la llamada de la absoluta, se cerrará momentáneamente para ella. A partir del próximo año no tendrá la edad requerida para jugar con la sub'20 y tendrá que decir adiós a una de las cosas que más le enorgullecen como futbolista, representar a su país. «Este año no hay ni Europeo ni Mundial así que muy posiblemente la final contra Japón haya sido mi último partido vistiendo los colores de la selección», dice con tristeza y orgullo la internacional que, pese a la derrota, reconoce que «no es mala forma despedirse en la final de un campeonato del mundo». Mientras estaba en la concentración sabía que cada partido podía ser el último que disputase con la «Rojita» así que había que darlo todo. «Cuando vimos el sorteo las que somos del 98 y 99 dijimos que no queríamos acabar nuestra etapa en las categorías inferiores cayendo en la fase de grupos. Eso fue una motivación extra que teníamos. Saber que cada partido podía ser el último nos hacía dar lo máximo», cuenta Lucía.

Siempre que los estudios y los entrenamientos se lo permiten, suele pasearse por los campos de fútbol de Vicálvaro, equipo donde creció rodeada de chicos. Hoy cuando camina por allí, no puede evitar sonreír, las cosas han cambiado. «Cuando jugaba era la única chica del club. El otro día fue a verles y había como veinte. Me enorgullece ver cómo ha cambiado esto. Que una chica juegue al fútbol ya no se ve como algo raro», afirma la defensora.

Cuando hace la maleta para las concentraciones, los apuntes y las botas no pueden faltarle a esta apasionada de Sergio Ramos e Irene Paredes que renunció a jugar en un grande por ir, como cualquier chica de su edad, por las mañanas a clase. No se arrepiente, es feliz entre balones y libros.